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Ricardo Villaveces | Foto: El País

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¿Será capaz?

Lo más fácil para él será seguir regalando plata vía subsidios y así no se construye país. Por el contrario, aumentan exponencialmente los riesgos de corrupción, como ya se ha visto en varios frentes.

9 de marzo de 2024 Por: Ricardo Villaveces

Venía haciendo el esfuerzo de no escribir sobre Gustavo Petro en las últimas columnas, pues Colombia es mucho más que Petro y son muchas las cosas positivas para destacar en este bello país. No obstante, el peso que tiene la Presidencia de la República y la capacidad que tiene este señor de generar polémicas, cometer errores y retrasar el progreso es tan significativo que difícilmente se puede evitar.

No se puede desconocer una realidad y es que un 30% aproximadamente de la opinión sigue apoyándolo con una actitud más de hinchas, que de seguidores de una propuesta o de una ideología. Es muy poco probable que estos colombianos tengan claridad sobre los planteamientos del gobierno y menos sobre sus consecuencias. Es más, es muy posible que ni siquiera dentro del gobierno haya claridad sobre lo equivocado de la mayoría de ellas. Rodearse solo de sus hinchas no le deja ver a Petro como es el verdadero país.

Llenar el gobierno de personas sin trayectoria en el manejo del Estado y que, en muchos casos, se destacan es por la poca preparación que tienen para desempeñar las responsabilidades que les han entregado no es el camino para gobernar. El rechazo a la tecnocracia y el gradual desmonte de muchas de las instituciones técnicas del Estado, orientan el gobierno hacia un manejo voluntarista y acorde, más bien, con eso que se ha llamado los ‘yes man’, que aceptan sin chistar sus ocurrencias. Se rechaza cualquier análisis serio y en profundidad de lo que son ‘ideas en borrador’ y así no tiene inconveniente, por ejemplo, en nombrar en un cargo tan técnico como el DNP a una persona que reconoce que nunca ha sido bueno para los números.

Llenar el gobierno de los llamados activistas, que desconocen las complejidades de la administración pública y que desconocen sus limitaciones legales, nos pone frente a una avalancha de demandas y acciones jurídicas en los próximos años que terminará siendo muy costoso para el país. Será el resultado de los pesos y contrapesos que, afortunadamente, establece nuestra Constitución frente a estos episodios de actuaciones voluntaristas o que se ejecutan por temor a un presidente que ha demostrado su incompetencia en construir equipos y prefiere cambiar y cambiar funcionarios.

En lugar de reconocer sus limitaciones como administrador y como gerente, además de su desconocimiento sobre las complejidades del Estado y de la administración pública, terminará dando un ‘banquete’ a los abogados que podrán interponer toda clase de recursos y demandas a muchas de las medidas que, seguramente, irán a tomar con costosas consecuencias para el país. Los que entiendan un poco más el riesgo que asumen de seguir los caprichos de Petro entrarán en la parálisis administrativa que tanto daño hace. Lo más fácil para él será seguir regalando plata vía subsidios y así no se construye país. Por el contrario, aumentan exponencialmente los riesgos de corrupción, como ya se ha visto en varios frentes.

Todavía está a tiempo Petro para cambiar ese camino simplista de la confrontación. ¿Será que es capaz de corregir el rumbo?

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