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Rocketman

Viendo este film, llego a la conclusión de que Elton John es una especie de Truman Capote de la música. Complejos físicos, desamor, éxito desorbitado, adicciones, alcoholismo. Genio.

4 de junio de 2019 Por: Santiago Gamboa

Tras el éxito del film Bohemian Rapsody, ese biopic del cantante Freddy Mercury y la banda Queen que hizo que el mundo entero volviera a escuchar sus canciones y vibrara con las aventuras de ese místico enardecido, a la vez niño frágil y genio, era cuestión de esperar a que otros músicos y otros grupos se dieran a la tarea de llevar a las pantallas sus vidas. Y he aquí que ya llegó el segundo film, Rocketman, con la vida y avatares nada menos que de Elton John.

Por supuesto que mi primera reacción fue acusar de oportunismo a los productores e incluso al propio cantante, que está vivo y que, sin duda, tuvo muchísimo que ver en el guion y la estructura de la película. Sin embargo, dejé atrás los prejuicios y entré a verla. Y vaya sorpresa. ¡Es un peliculón! Casi diría que ligeramente superior a Bohemian Rapsody, o al menos al mismo nivel.

En la primera parte tiene la estructura de un musical de los años 50, hasta que se va adentrando en el drama psicológico del protagonista y se convierte en una película de terror. Los meandros de su mente y el mecanismo de culpa que su madre ejerció sobre él, unido al abandono paterno, lo llevaron a un alcoholismo brutal, además de transformarlo en cocainómano, adicto a los ansiolíticos y a todos los calmantes del mercado.

Hay una escena impagable al inicio del film, cuando llega a su primera reunión de Alcohólicos Anónimos y hace la lista de sus adicciones. Es increíble que ese cuerpo y esa cabeza hayan aguantado tanto y al mismo tiempo podido crear más de 200 melodías y canciones, la mayoría de las cuales fueron tales éxitos de venta que, durante años, equivalían al 5% de la venta total de discos en el mundo, llegando a amasar una fortuna imposible de calcular, entre otras cosas porque, al estar permanentemente drogado y borracho, se volvió comprador compulsivo y estuvo varias veces al borde de la quiebra por gastar tanto (villas, haciendas, aviones, palacios…).

La verdad, el filme es maravilloso. Cada una de las canciones importantes se comprende en el contexto de su vida hasta que decide salvarse, dejar atrás relaciones tóxicas y controlar poco a poco el enorme portaviones de su alocada existencia.

Viendo este film, llego a la conclusión de que Elton John es una especie de Truman Capote de la música. Complejos físicos, desamor, éxito desorbitado, adicciones, alcoholismo. Genio. Y caigo en cuenta de que el cine se ha ocupado bastante de los escritores e incluso de los artistas plásticos (Van Gogh, Gauguin), pero claro, faltaban los músicos. Y la conclusión es que cada uno de ellos, con éxito en vida o sin él, fueron igual de atormentados e intuitivos. Infancias tristes, adolescencias combativas y creativas. Varía la música, pero la partitura se repite: inseguridad, orfandad, soledad.

En el caso de los escritores (pienso en el filme sobre Dalton Trumbo), suele haber un poco más de hechos políticos. La historia forma parte de la narración, pues por lo general, aún si vive en su torre de marfil, el que escribe está plantado en el mundo, con opiniones y riesgos que, muchas veces (como a Trumbo) lo llevan a la cárcel. Recuerdo entonces Bird, ese brillante y ya lejano film de Clint Eastwood sobre la vida de Charlie Parker, o incluso el Mozart de Amadeus, obra maestra de Milos Forman. Todas ellas emparentadas, todas actuales. Así pues, qué viva la música.

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