El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Leyendo en el 2015

Mucho leí, y con gran provecho, en este año que aún no...

16 de diciembre de 2015 Por: Santiago Gamboa

Mucho leí, y con gran provecho, en este año que aún no termina, de muy diversos horizontes y géneros. Comenzaré diciendo que gracias a los oportunos consejos de mi amigo y profesor de filosofía Gustavo Chirolla descubrí a Byung-Chul Han, coreano y alemán, graduado en Filosofía en la universidad de Friburgo y en Literatura alemana y Teología en la universidad de Múnich, con una mirada a la vez tremendamente simple y esclarecedora sobre la contemporaneidad, sus ritos y maleficios, en una serie de tres libros muy breves de ensayo: La sociedad del cansancio (2010), La sociedad de la transparencia (2012) y Psicopolítica (2014). “El comienzo del siglo XXI, desde un punto de vista patológico, no sería bacterial ni viral, sino neuronal”, dice Byung-Chul Han en su primer libro, poniendo la mirada sobre un material muy similar al que trabaja su colega francés Gilles Lipovetsky, aunque con más profundidad.Del lejano Oriente vino otro libro que reúne dos novelas breves, Escucha la canción del viento y Pinball 1973, del japonés Haruki Murakami, sus dos primeros escritos de juventud, de cuando tenía un bar y escribía en la mesa de la cocina. Según cuenta en el prólogo, tuvo la revelación de que sería escritor en 1978, tras recibir en la mano una pelota de béisbol bateada por alguien en el estadio de Jingû-kyûjô, en la periferia oeste de Tokio. Así podemos establecer que la primera frase que escribió este gran autor fue: “La escritura perfecta no existe. De la misma forma que tampoco existe la desesperación absoluta”.Acá en Colombia hubo muy variadas novelas, claro, pero la que más me llamó la atención fue Ornamento, de Juan Cárdenas, autor del que hasta ahora no había leído nada. Una escritura misteriosa, hipnótica, que va contando una historia igualmente extraña, por momentos banal, pero que le permite envolver su mundo con un halo profundamente literario. Leyéndolo, comprobé una vez más que el argumento en una novela puede llegar a ser tan irrelevante para su valor estético como lo bonito en una pintura. Gran escritor, Cárdenas.En libros periodísticos, 2015 fue el año en que el Nobel de Literatura consagró definitivamente a la crónica como género literario, con la gran Svetlana Alexiévich (de cuya existencia, obviamente, no tenía idea), a la que voy descubriendo con admiración. Entre los nacionales subrayaría el libro de Claudia Palacios, Perdonar lo imperdonable, un extraordinario recorrido humano por la difícil costumbre del perdón a través de personajes que nos permiten evocar la gran mayoría de los hechos dolorosos y violentos de las últimas décadas. “Perdonar, una cuestión de método…”, dice en uno de los capítulos, charlando con el padre Leonel Narváez, director de las escuelas del perdón y la reconciliación.También leí el último de Salman Rushdie, pero me derrotó su exceso de fantasía; leí con gusto el IV tomo de la saga Millennium, y a un famoso autor al que no había leído aún por el poco profesional motivo de que me caía muy gordo, Jonathan Franzen, y la verdad es que su novela Pureza, que aún no he terminado, está bastante bien. Y por último, en el estante de las biografías, tres obras maestras del género muy recomendables: Rimbaud, de Enid Starkie, Marguerite Duras, de Laure Adler, y David Foster Wallace, de D.T. Max. Espero con esto darles algunas ideas para las vacaciones.