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Felicitando a Leonardo Padura

Hace pocas semanas, en un festival literario en la ciudad italiana de...

17 de junio de 2015 Por: Santiago Gamboa

Hace pocas semanas, en un festival literario en la ciudad italiana de Perugia, le escuché decir a Leonardo Padura que a él le gustaría ser Paul Auster, y que precisamente por eso un libro suyo de ensayos se titulaba así, Yo quiero ser Paul Auster. La razón era muy sencilla. Hacía unos años había leído una entrevista a Auster y los únicos temas por los que le preguntaban eran los siguientes: la literatura, el jazz y el béisbol. “Justo las tres cosas que más me gustan en la vida”, dijo Padura, “pero coño, ¡a mí nunca me preguntan por eso!”. Es la cruz en la espalda de los escritores cubanos. Y en efecto esa noche, en Perugia, a Padura le preguntaron por el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, por Fidel y la salud de Fidel, por el embargo, hasta que Leonardo zanjó la cuestión con humor, diciendo: “Habrá cosas que se perderán y que extrañaremos, y se ganarán otras, pero por ahora es como si Cuba estuviera empeñada en demostrar que el socialismo es el camino más largo entre el capitalismo y el capitalismo”.Con el premio Princesa de Asturias de las Letras que acaba de ganar, rebautizado así (antes era el Príncipe de Asturias, hasta que el príncipe se volvió rey), Leonardo se va a parecer un poco más a Paul Auster, quien lo ganó en el 2006. Según el jurado, Padura se impuso en la última ronda de votación nada menos que a Murakami y al poeta sirio Adonis, dos candidatos al premio Nobel. Tremendo home run (o jonrón, en colombiano) para un autor que ha venido trabajando uno de los proyectos literarios más interesantes y ambiciosos de su generación.La obra de Padura nace con la novela negra, y su gran influencia, como la de tantos autores latinoamericanos de hoy, viene directamente del creador del neopolicial latinoamericano, el mexicano Paco Ignacio Taibo II, quien desde hace 25 años dirige el más importante festival literario de ese género, la Semana Negra de Gijón. Ahí lo conocí en 1991, a mis expensas, pues debí compartir una habitación de hotel con él y soportar sus ronquidos de fumador empedernido de tabaco negro. A los diez minutos, desesperado, me levanté y salí a la calle. Al otro día Padura andaba diciendo: “Cómo son de raros los colombianos: se ponen la pijama, se meten a la cama y al rato se vuelven a vestir y se van sin decir palabra”.Su tetralogía de las ‘Cuatro estaciones’ incluye sus primeras novelas, todas con el policía habanero Mario Conde: Pasado perfecto, de 1991; Vientos de cuaresma, de 1994; Máscaras, de 1997 y Paisajes de otoño, de 1998. Pero eso no fue más que el principio, pues a partir de entonces comenzó a mezclar el policial con temas históricos, como en La novela de mi vida, sobre el poeta Heredia, hasta llegar a su grandiosa El hombre que amaba los perros, de 2009, sobre el asesino y el asesinato de Trotsky. Con este libro, después de tres décadas de trabajo, llegó la consagración mundial, y luego volvió a golpear fuerte con Herejes, del año pasado, en donde recrea la extraña e hipnótica historia de un cuadro de Rembrandt en La Habana y acaba contando la vida del pintor flamenco en Amsterdam. Todo esto para decir que a veces los premios sirven para poner el foco sobre una gran obra, y este Princesa de Asturias a Leonardo Padura, el primer cubano que lo gana, joven aún y en plena producción, es uno de esos valiosos casos. ¡A leer a Padura!