El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

El planeta de los simios

Son los nuevos gurús de un mundo en el que atacar viejos valores sociales y ser profundamente cínico se ha vuelto una virtud.

16 de julio de 2019 Por: Vicky Perea García

El mundo entero parece haber caído al interior de una novela de García Márquez, con su asombrosa pátina de realismo mágico, de ficciones asombrosas y a la vez imposibles. Pienso esto al ver, desde Europa, cómo las ideas políticas son cada vez más insustanciales y sobre todo maleables.

En Italia, el gobierno incluye a un tipo absolutamente terrorífico llamado Matteo Salvini, ministro del Interior de la Liga Nord, un partido de ultraderecha que, hace dos décadas, era casi una expresión folclórica, pero que aprovechando las crisis, desde la económica hasta la migratoria, logró llegar al gobierno con un discurso antieuropeo, violento y xenófobo, y por supuesto con el visto bueno de quien ha sido por décadas el dueño del poder italiano, el viejo y conocido zorro Silvio Berlusconi.

Lo curioso es que hablando en Italia con la gente que vota a la derecha, es decir la población rural, los campesinos y comerciantes de pueblos o los obreros de diferentes niveles, lo primero que oigo es que, para ellos, Salvini es un tipo creíble, que dice verdades y las pone en práctica. Y algo muy importante: dicen que es “un político diferente”.

Ser un político diferente, para la gente de menor educación en cualquier parte del mundo, equivale a ‘no parecer’ un político. Es decir, alguien que habla un lenguaje popular, con palabras soeces o chistes e incluso vulgaridades. Ante la falta de ideas, se han vuelto definitivos los gestos.

Italia fue la precursora de este modelo político. A fines del Siglo XX, cuando en Europa aún regían los partidos políticos y las corrientes de pensamiento, en Italia ya Berlusconi gobernaba a punta de chistes, muecas graciosas, frases de doble sentido. Cuando fue elegido Obama, el comentario de Berlusconi fue: “Qué envidia estar siempre bronceado”. Berlusconi fue el primer empresario que, al comando de una ideología neoliberal de derecha, llegó al poder en un país importante. Europa se reía de Berlusconi. El mundo se reía de él, siempre con sus novias, siempre con una sonrisa de oreja a oreja. Qué hombre gracioso, qué adefesio extraño, decían todos.

Pero con el paso de los años, su modelo se impuso y Estados Unidos acabó eligiendo a Trump. Cuántos presidentes empresarios conocemos hoy? Me viene a la mente Modi, en la India. Y en nuestra región, los presidentes Macri de Argentina y Piñera de Chile, de quien, por cierto, dicen que “está calculado que cada vez que lee The Economist gana un millón de dólares”.

El Salvini de hoy, en Italia, es como la generación 2.0 de esto mismo, pues si bien no es exactamente un empresario, sí contiene toda la retórica del antisistema: dice frases políticamente incorrectas, le gusta escandalizar haciendo amenazas, anda de jeans. El mensaje es: “Soy uno de ustedes”. Lo mismo que dijo Trump al llegar a la Casa Blanca. Lo mismo que dice Marine Le Pen, en Francia, o Boris Johnson en Inglaterra. Se disfrazan para no parecer lo que en realidad son, y al hacerlo se transforman en caudillos de una nueva sociedad, más individualista y menos dada a ideas colectivas.

Son los nuevos gurús de un mundo en el que atacar viejos valores sociales y ser profundamente cínico se ha vuelto una virtud. Y por este camino, acabaremos transformados en una versión 3D del Planeta de los Simios. Con el perdón de nuestros primates antecesores.

Sigue en Facebook Santiago Gamboa - club de lectores