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Las pistas del ‘día del fin’ están en Colombia

Mónica, la investigadora principal del trabajo que acaba de ser publicado en la revista Science, asegura que los nuevos descubrimientos gracias a los fósiles colombianos nos ayudan a entender nuestra biodiversidad

4 de abril de 2021 Por: Vicky Perea García

La bióloga de la Universidad de Antioquia Mónica Carvalho imagina que si alguien hubiera estado en algún bosque tropical en Colombia hace 66 millones de años, cuando en la Tierra cayó el asteroide que acabó con los dinosaurios, “apenas apreciaría una luz muy brillante e
instantáneamente moriría”.

El asteroide era una roca de 15 km de ancho que se estrelló a una velocidad de 72000 km por hora (diez veces más rápido que las balas de los rifles más veloces) en lo que se conoce como el cráter de Chicxulub, en la península de Yucatán, México, con una fuerza miles de millones de veces superior a la de las bombas atómicas que Estados Unidos arrojó en Hiroshima y Nagasaki.

Según los científicos que han estudiado el día más catastrófico del planeta, el impacto fue tan brutal que provocó terremotos superiores a 10 en la escala de Richter, un tsunami con una ola que alcanzó kilómetro y medio, y maremotos con olas como edificios de seis pisos. Tras el impacto se expulsó a la atmósfera una cantidad de carbón negro que habría llenado 150 estadios de béisbol, y se proyectaron pedazos ardientes del meteorito hacia el cielo, lo que generó tormentas de fuego.

Todo ello aniquiló a la mayor parte de las especies de animales, así como casi la mitad de las plantas. “Fue una tragedia tan grande, que uno no es capaz de dimensionarla sino es porque lleva mucho tiempo estudiándola”, dice Mónica, que además de bióloga es Máster en Geociencias de la Universidad Estatal de Pensilvania, Ph.D en Botánica de la Universidad Cornell, e investigadora postdoctoral del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y de la Universidad del Rosario.

Ella, junto a un equipo de geólogos y biólogos colombianos liderado por Carlos Jaramillo, se han dedicado durante la última década a rastrear en el país evidencias de fósiles de hojas y de polen anteriores y posteriores al ‘día del fin’, para responder dos preguntas que la ciencia no había resuelto: ¿Cómo eran los bosques tropicales -los que en parte regulan el clima- antes de la extinción de los dinosaurios? ¿Qué tanto cambiaron después?

Para averiguarlo recorrieron las minas de carbón y arcilla de Cundinamarca, Boyacá y La Guajira, buscando fósiles de plantas que aún se conservan desde el día del impacto, cuando la mitad del territorio que hoy ocupa Colombia estaba bajo el agua. Lo que encontraron es, hasta el momento, la única evidencia a nivel mundial que muestra qué ocurrió con los bosques tropicales tras la caída del asteroide.

“Uno de los hallazgos más importantes es que los bosques tropicales de los dinosaurios eran igualmente lluviosos y diversos como los de hoy día, pero no estaban dominados por plantas con flores. Estaban conformados equitativamente por helechos, plantas con flores y árboles como las araucarias. Fue hasta después de la extinción de los dinosaurios, y el ‘reset’ que se le hizo al bosque, lo que permitió que las plantas con flores crecieran y pasaran a dominar la selva. Creemos que quizás los grandes dinosaurios podrían haber regulado cómo crecían los bosques”, me cuenta Mónica.

Que las plantas con flores comenzaran a ser predominantes parece un dato secundario, lejano a nosotros, pero en realidad tiene que ver mucho con los seres humanos. Si eso no hubiese ocurrido, lo más probable es que no estuviéramos aquí. Con los bosques repletos de matas con flores, nuestros ancestros, los monos, comenzaron a alimentarse de ellas y la calidad del alimento de una planta con flor es mucho más alta que la proporcionada por otro tipo de plantas, por lo que consumirlas fue un paso necesario en la evolución de la especie humana. Pero además, con la Tierra libre de dinosaurios, los mamíferos, en ese entonces pequeños como ratones, se diversificaron y evolucionaron para dominar el planeta.

Mónica, la investigadora principal del trabajo que acaba de ser publicado en la revista Science, asegura que los nuevos descubrimientos gracias a los fósiles colombianos nos ayudan a entender nuestra biodiversidad, y los riesgos de la misma frente a los cambios actuales del clima, pero también dan respuestas novedosas de nuestro origen, de lo que somos, del cómo y por qué estamos aquí. Además, ubica a Colombia como una de las fuentes de investigación paleontológica más importante hoy en día en el mundo.

“En esencia, las selvas tropicales modernas -que son uno de los ecosistemas más diversos sobre la Tierra- solo aparecieron hasta después del impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios. Es decir que nuestra biodiversidad es producto de los últimos 66 millones de años”.

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