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La tasa de desempleo de un dígito resultó flor de un día,...

5 de marzo de 2012 Por: Rudolf Hommes

La tasa de desempleo de un dígito resultó flor de un día, como estaba previsto, por efecto de la estacionalidad en el mercado laboral, pero la disminución de un punto en la tasa de desempleo de enero frente a la del año pasado confirma que la tendencia a la baja persiste. Mientras Bogotá y Barranquilla pueden ufanarse de continuar con tasas de desempleo de un dígito, Quibdó, Popayán, Cúcuta, Ibagué, tres ciudades cafeteras y Cali tuvieron en enero tasas de desempleo cercanas y superiores al 15%. El desempleo es mayor que el de varios de los países pares en la región y las tasas de desempleo entre personas de bajos ingreso y jóvenes de familias pobres son astronómicas. La situación dista mucho de ser satisfactoria y se está manifestando en las encuestas de opinión. En la última, de Gallup, solamente el 33% de los encuestados aprueba el manejo del desempleo por parte del gobierno. El nivel de aprobación de los encuestados también es bajo respecto al costo de la vida y la lucha contra la pobreza, lo que refleja una preocupación de que los buenos resultados económicos no se filtran hacia abajo. El nivel de aprobación del Presidente continúa alto (67%) pero por debajo del nivel estratosférico al que nos tenían acostumbrados. Además de la preocupación por el desempleo y por la pobreza, lo que mayor desaprobación está reflejando es el manejo de la seguridad. Esto es curioso, porque la encuesta Gallup también revela que la favorabilidad del Director de la Policía es del 75% y la de las Fuerzas Militares es del 81%, como si toda la culpa del deterioro que se percibe en seguridad fuera solamente del Presidente y de su Ministro de Defensa. Lo que está sucediendo con la economía, el crecimiento de la producción, de la inversión y del empleo y las perspectivas de que esto continúe parecen no tener efecto positivo en la popularidad del Presidente, aunque probablemente lo tendrían en el sentido contrario si las condiciones económicas no fueran favorables. En este momento cuando es tan positiva la imagen económica del país, el Banco de la República tiene una favorabilidad marginalmente mejor que la de los sindicatos e inferior a la de la Contraloría General; y el Ministro de Hacienda tiene una imagen menos favorable que las de los ministros de Agricultura, Trabajo e Interior... La opinión se ha vuelto muy sensible a la persistencia de la corrupción. Esta, a pesar de estar más vinculada a otras administraciones, pesa en contra de Santos como si este gobierno fuera el responsable de los escándalos. Pero lo que le está haciendo más daño a la imagen del presidente es la percepción de que la inseguridad está aumentando. Como el gobierno está pisando callos en varios frentes y se ha movido en algunos casos de la extrema derecha al centro, o ligeramente a la izquierda, los afectados atacan por el flanco de la inseguridad que es el más vulnerable, porque en otros aspectos no encuentran el mismo eco. El Presidente saca muy buenas notas en apoyo al campo y al agro, asistencia a la niñez y a la vejez, vivienda popular, educación, salud, servicios públicos y manejo de la economía. Pero el país se está polarizando a favor y en contra de sus políticas progresistas y aunque las cosas marchen más o menos bien su popularidad no va a volver a los niveles del comienzo del gobierno. Pero con un 67% de aprobación cuenta con suficiente apoyo para continuar sus reformas.