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Política, religión y género

A los políticos de extrema derecha del Partido Republicano en los Estados...

26 de enero de 2015 Por: Rudolf Hommes

A los políticos de extrema derecha del Partido Republicano en los Estados Unidos les están aplicando la misma medicina que hizo necesaria la transición en la Iglesia Católica de Benedicto a Francisco. Cerca de dos docenas de representantes a la Cámara republicanos moderados, encabezados por un grupo de legisladoras, han obligado a los líderes republicanos a retirar un proyecto de ley contrario al aborto que pensaban impulsar en esta legislatura y a sustituirlo por otro menos restrictivo. (The Washington Post, Enero 23 de 2015). Esto ha sido interpretado como un primer paso en suavizar los efectos de la ‘obsesión’ contra el aborto que ha dominado a los jefes e ideólogos de ese partido. Las mujeres de ese partido han percibido que esa posición extremista atenta contra los derechos civiles de la mujer. Una cosa es oponerse al aborto, excepto en circunstancias como las de víctimas de violaciones, malformación del feto o peligro de muerte de la madre, dicen algunas de estas mujeres que se oponen a la legislación extremista, y otra es que se aprueben leyes que equiparen con un criminal a una mujer que tiene un embarazo no deseado y busca como solucionar su situación. Esto ha hecho eco entre legisladores jóvenes de ambos sexos. Uno de ellos, según informa el artículo citado, dice que “él no se va a poner en una situación en la que le discute a una mujer su recuento de una violación de la que ha sido víctima”. Las mujeres republicanas moderadas también están presionando al partido para que abandone posiciones recalcitrantes en temas humanitarios de mucha trascendencia electoral como el matrimonio homosexual, la inmigración ilegal y la lucha contra la pobreza. El partido republicano parece haber conseguido la mayoría en las dos cámaras legislativas de los Estados Unidos dejando entrar un pequeño caballo de Troya tripulado por mujeres moderadas, más conscientes de las necesidades y derechos de las mujeres, más prácticas y menos doctrinarias. Coincide esto con lo que sucede entre católicos a raíz de la solicitud que les hizo el papa Francisco de no obsesionarse con el aborto. En Estados Unidos, por lo pronto, los movimientos católicos de Estados Unidos ha comenzado a ampliar su visión “pro vida” para abarcar otros temas relacionados con la defensa de la vida como la abolición de la pena de muerte, la no deportación de los niños y jóvenes que ilegalmente han ingresado a ese país, la atención a los ancianos y la desigualdad económica. Esto ha permeado también en movimientos fundamentalistas como el de la ‘Marcha por la Vida’ (‘March for Life’), que ha comenzado a tolerar en sus manifestaciones carteles que no tienen que ver con aborto sino con la vida, como los que preguntan “¿A quién ejecutaría Jesucristo?”. No se puede confundir esta marcha con la que lidera Antanas Mockus que tiene el mismo nombre, ni pretendo diluir su mensaje, pero quizás conviene pensar que se puede ampliar el concepto de lo que significa la defensa de la vida que debe principiar por preservarla, pero también por hacerla grata y enriquecerla. No estamos buscando la paz solamente para conservar vidas, la estamos buscando para organizar una sociedad mejor, “llena de vida”.