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Obstáculos para el progreso

En la columna publicada en El Tiempo el viernes pasado afirmé que...

24 de enero de 2011 Por: Rudolf Hommes

En la columna publicada en El Tiempo el viernes pasado afirmé que para cumplir las metas del actual Gobierno hace falta generar dos o tres puntos adicionales de crecimiento anual en forma permanente. Para alcanzar este objetivo es indispensable establecer plenamente el imperio de la Ley en todo el territorio nacional, doblegar a los narcotraficantes y a las bandas y ejércitos irregulares y lograr que el Estado produzca eficientemente los bienes públicos, en particular dos bienes esenciales, la seguridad y la infraestructura, que produce actualmente en forma bastante deficiente. Si esto se lograra, se contaría con los puntos adicionales de crecimiento que se necesitan y más. Pero teniendo en cuenta el desempeño pasado y la lentitud con la que las burocracias estatales alcanzan sus objetivos, hay que buscar fuentes alternativas de crecimiento para acelerar el progreso. El documento preparado por el Hsbc, que intenta mirar cómo serán las economías mundiales en 2050, destaca a Colombia como uno de los países que mayor auge tendrá en América Latina en los próximos 40 años, lo cual contrasta con el desempeño modesto de los últimos años, en relación con otros países del continente. Dicho informe le atribuye parte del probable éxito relativo a una circunstancia demográfica que nos distingue de otros países como Brasil, Argentino y México, que consiste en que durante los próximos 10 años va a crecer muy rápidamente la fuerza de trabajo en Colombia y en los siguientes 30 años lo seguirá haciendo, aunque más moderadamente. Esta es una ventaja si empleamos productivamente ese capital humano adicional, pero también un desafío porque si no se educa debidamente esa mano de obra o si no se la emplea adecuadamente no va a contribuir al crecimiento en la forma esperada. Aumentar la calidad de la educación y el nivel de escolaridad promedio tendrá un gran efecto positivo sobre el crecimiento. Teniendo en cuenta que ya se han hecho importantes avances en cobertura, hace falta cambiar de modelo pedagógico para mejorar la calidad, aumentar la jornada escolar o crear actividades pedagógicas complementarias para ocupar a los jóvenes el resto del día. Estos cambios se están gestando, pero no con la celeridad que se requiere. Otro aspecto que conspira en contra de un mayor crecimiento es el poco desarrollo del sector agropecuario. El Gobierno ha identificado acertadamente que este sector es uno de los elementos esenciales de un futuro impulso, pero no se atreve a darle un revolcón. Las últimas presentaciones del plan de las cinco locomotoras destacan más los programas de restitución y titularización de tierras, que son necesarios y urgentes, pero no hablan de un cambio de modelo o de la revolución tecnológica que acompañaría el despegue de la locomotora agropecuaria. No hacen referencia al marco institucional en el que esto se llevaría a cabo, ni cómo inducir una revolución tecnológica que permita, por ejemplo, seguir cosechando arroz y otros cereales, pero en forma competitiva, o sustituirlos. Si no se cambian el modelo de producción agropecuaria y las políticas en forma coordinada, esa locomotora no va a ser un tren bala, sino un trencito fatigado. Preocupa también que cuando se perfila un sector con potencial para sumarle puntos al crecimiento y al empleo, encontramos la manera de impedir que lo haga. Es el caso del sector minero al que le quieren imponer impuestos de importación y responsabilidades que no lo van a dejar arrancar. La minería sostenible existe y le corresponde al Estado agenciar que así se desarrolle.