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Inseguridad democrática

El asesinato de los dos jóvenes investigadores de la Universidad de...

16 de enero de 2011 Por: Rudolf Hommes

El asesinato de los dos jóvenes investigadores de la Universidad de los Andes en San Bernardo del Viento ha puesto en evidencia que al departamento de Córdoba no se puede ir sin correr peligro de muerte porque el solo hecho de que no se sepa que está haciendo la persona allá la hace acreedora a una sentencia de muerte de quienes detentan el control real de la zona. Algo similar sucede en Nariño, Antioquia y en otras partes. La idea de que se puede transitar libremente por Colombia está lejos de haberse logrado.En Córdoba, los habitantes están en una situación peor que la que tenían antes de que los jefes paramilitares se sometieran porque quedaron sueltos los subalternos entrenados para cometer cualquier exceso. Cuando los paramilitares dominaban, había que pedirles permiso a los jefes para tomar fotografías, utilizar cámaras o realizar investigaciones científicas en la región. Hoy se asume que cualquier desconocido es un enemigo y se procede a ejecutarlo. Las dos situaciones son indeseables. Alguien está usurpando ilegítimamente la autoridad del Estado y ejerce una soberanía alternativa basada en criterios y prácticas salvajes. La población civil no tiene garantías cuando no es el Estado el que tiene el control. Los Estados se organizaron originalmente para que dicha población no quedara al arbitrio de bandas de forajidos o rehén de mercenarios. La única solución viable es entonces que el Estado asuma su responsabilidad e imponga rápidamente el monopolio de su autoridad en la región. Pero hay dos factores que conspiran contra la pronta ejecución de esta solución. El primero de ellos es que los criminales están al servicio del narcotráfico y poseen enormes recursos financieros para corromper a las autoridades y a la clase política. El otro es que el Gobierno ha decidido creer más en las estadísticas que en los hechos y aduce que los asesinatos han disminuido y que tiene firme control del territorio. Este comportamiento ha causado mucha indignación entre los habitantes de poblaciones como San Bernardo del Viento que están a merced de bandas criminales que han notificado a los habitantes, casa por casa, que si intervienen las autoridades habrá represalias (entiéndase masacres). Las bandas que dominan la zona apagan la electricidad en el pueblo a las siete de la noche y el que salga a la calle está muerto. También están muy expuestos los que se quedan en casa. Los matones entran a cualquier hogar a la fuerza y cometen atrocidades con plena impunidad. Los pocos que se han atrevido a denunciar privadamente y en público lo que sucede no han tenido respuesta. A pesar de que San Bernardo está muy cerca de la base naval de Coveñas no había presencia militar ni de la Policía en el pueblo antes de que asesinaran a los dos brillantes jovencitos uniandinos. Como ahora es imposible ocultar ese hecho, el desgobierno en la zona se ha hecho público y los habitantes esperan una solución. Pero ya se vislumbra que las autoridades le podrían estar haciendo el quite a esa opción construyendo argumentos para descartar este bárbaro asesinato como un hecho fortuito o aislado, fruto de un error de apreciación de criminales ignorantes, desconociendo que el Estado colombiano les está fallando a los habitantes de Córdoba en seguridad ciudadana que es lo fundamental.Mientras se reúnen el Alto Asesor de Seguridad Nacional, el Mejor Policía del Mundo y el Estado Mayor Conjunto a llenar el vacío conceptual que ha permitido que las bandas emergentes se apoderen de regiones enteras, el Comandante de la Armada debería actuar para recuperar la soberanía en el Golfo de Morrosquillo que nuca debió dejar perder.