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Una mirada integral

Como se ha mencionado en ocasiones anteriores resulta esperanzador que el campo...

3 de mayo de 2014 Por: Ricardo Villaveces

Como se ha mencionado en ocasiones anteriores resulta esperanzador que el campo reciba la atención que por tantos años le ha faltado. Sin duda un presupuesto oficial de las magnitudes del que se le adjudicó al sector agrícola para este año, superior a los cinco billones de pesos, es una prueba palpable de compromiso del gobierno con el sector. Desafortunadamente “no se le pueden pedir peras al olmo” y no se puede pretender que solo con dinero se solucionen los problemas pues estos son complejos y requieren mucho más que incrementos en el presupuesto. Se requieren cambios bastante profundos en las instituciones gubernamentales y entender que los problemas del campo van mucho más allá de los temas que plantean los que protestan y se abrogan representaciones que nadie les ha dado y promueven las vías de hecho en perjuicio de todos los colombianos. Los temas son muchos pero tal vez hay uno que merece especial atención y es el que tiene que ver con la importancia de aproximarse al tema agrario de manera integral y entender que las transformaciones relevantes requieren un tratamiento conjunto tanto de los temas productivos como de aquellos más amplios de la ruralidad. Parodiando a un destacado líder vallecaucano de los años 60, el Dr. Manuel Carvajal, que decía que no podía haber empresas sanas en medio de sociedades enfermas, tampoco será posible una agricultura exitosa en el medio de un entorno rural enfermo. Y esto tiene que ver con temas de infraestructura y conectividad pero también con temas como el de la prestación de servicios de salud, educación justicia, etc. Un paso en la dirección correcta lo dio el gobierno con la creación de un Viceministerio de Desarrollo Rural pero es claro que esto no es suficiente. Una gran parte de los temas relevantes para el desarrollo rural trascienden el ámbito del Ministerio de Agricultura y dependen de otras entidades del Estado.La coordinación de entidades tan disímiles y con sus propias prioridades requiere llevar el tema al más alto nivel del Estado. Sería muy útil volver a revisar experiencias como las del programa DRI en los años 70 o el PNR en el gobierno Barco que lograron una presencia integral del Estado en los lugares en que actuaron. Es evidente, por su parte, que las condiciones y necesidades son muy diversas a lo largo y ancho del país y, por ello, el enfoque territorial resulta muy apropiado cuando es necesario darle el énfasis correspondiente dependiendo de las condiciones de cada zona en particular. Es cierto que en muchas ocasiones y de manera transitoria son necesarios los subsidios directos, como puede ocurrir en coyunturas desfavorables de precios o frente a situaciones climáticas extremas, pero es claro que las soluciones de fondo se logran más por la vía de una provisión de bienes públicos que permitan al productor contar con ese entorno favorable para que sus esfuerzos para ser competitivo dentro de la finca no se pierdan tan pronto sale a la carretera y tiene que enfrentarse a todos los obstáculos y limitaciones de las zonas rurales de Colombia.