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Un desafío y una oportunidad

Poco a poco vamos saliendo del choque inicial producido por el Covid-19 y van aclarándose la magnitud de los retos que tenemos por delante.

11 de septiembre de 2020 Por: Ricardo Villaveces

Poco a poco vamos saliendo del choque inicial producido por el Covid-19 y van aclarándose la magnitud de los retos que tenemos por delante. Los esfuerzos para el control de la pandemia han sido muy grandes y se ha logrado avanzar en el fortalecimiento de nuestro sistema de salud de manera que no se tuvieron las dramáticas situaciones de otros países.

El costo, sin embargo, ha sido inmenso y se estima que la caída de nuestra economía, en el segundo trimestre, ha estado en el rango de las más severas de todas. El golpe más duro es en el frente del desempleo y es allí donde tendremos que ser especialmente creativos para superar ese reto.

Aquí no solo el gobierno sino el sector privado y la academia tienen que ser capaces de proponer fórmulas que acojan también los políticos para hacer frente común en su realización. El desafío es mayor, pues estamos en un escenario diferente al de crisis anteriores, que tuvo un impacto global que aumenta las restricciones porque es el mundo entero el que tiene debilitada su economía.

Como lo decía el profesor Augusto de la Torre en una reciente presentación, se trata de una crisis bien particular en la que se presentan desequilibrios internos pero no externos, por lo que no se ven las crisis cambiarias de otras épocas y, simultáneamente, es una crisis donde el problema no es de liquidez sino que, por el contrario, esta abunda y por ello medidas orientadas solo a reducir tasas de interés que, por otra parte, están globalmente en muy bajos niveles, no son suficientes para reactivar las economías.

Este mismo profesor insiste, la salida no es por la vía el endeudamiento sino por la vía de la inversión. Inversión productiva que empuje nuevos proyectos y contribuya a la generación de esos empleos que tanto se necesitan. Hay que tener en cuenta, en nuestro caso, que los empleos que más se han perdido son empleos formales y se requiere entonces creación de empresas que ofrezcan oportunidades para el desarrollo empresarial.

Los caminos serán muchos y muy diversos pero hay un espacio en el que Colombia debería esforzarse para aprovechar una oportunidad que está dejando el Covid-19 y es el de la reubicación de plantas de producción de empresas globales que vieron traumatizadas sus cadenas de suministro y ven la necesidad de gestionar sus riesgos operativos desconcentrando y reubicando instalaciones que se encuentran hoy en un mismo lugar.

Puede este ser el momento para volver realidad esa ventaja que nos da nuestra posición geográfica y los avances que hemos logrado en el tema portuario, en infraestructura, etc. Colombia debería ser capaz de atraer algo de esa nueva inversión que generaría, además, encadenamientos de muchos tipos para el establecimiento de nuevas empresas que contribuyan no solo a la generación de empleo sino a reducir la dependencia de los productos básicos que hace tan vulnerable nuestra economía. Atraer estas inversiones requiere un trabajo bien articulado y de múltiples dimensiones y debería ser asumido con entusiasmo y decisión por el Gobierno y el sector privado.