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Tiempos de tormentas

Aunque puede sonar a lugar común es bueno recordar que “quien no...

26 de noviembre de 2016 Por: Ricardo Villaveces

Aunque puede sonar a lugar común es bueno recordar que “quien no conoce la historia está condenada a repetirla” y pareciera que esto lo olvidan muchos dirigentes mundiales en este período de la historia. Cuando se lee sobre la historia del Siglo XX y en particular de los primeros años de esa centuria, de una parte y de otra, sobre lo que se vivía en los años 30 y, en general, en el período entre las dos guerras mundiales no dejan de ser muy preocupantes todas las similitudes que se encuentran con lo que hoy vivimos y en uno y en otro caso desembocaron en los dos grandes conflictos. El decaimiento de las grandes potencias en los primeros años del siglo cuando al imperio Otomano se le veía como el ‘viejo enfermo de Europa’, el imperio británico vivía los últimos años de la era victoriana y empezaba su declive, el imperio ruso experimentaba la revolución de los bolcheviques y el imperio austro húngaro vivía los últimos años de gran potencia. Los nacionalismos se exacerbaban y al parecer no se dimensionaban en su verdadera alcance las aspiraciones expansionistas del Káiser. La guerra finalmente empezó y sobre todo en Inglaterra se vio con ligereza y se pensó que esto iba a terminar rápidamente. Pues bien, la Primera Guerra Mundial fue una verdadera tragedia para Europa y millones y millones los que murieron en esos años.No entender las repercusiones y actuar con la arrogancia de los vencedores que pretendieron humillar a los alemanes concluyó en un Tratado de Versalles que explicó en gran medida lo que vino después. De nuevo los nacionalismos, el fundamentalismo, el aislacionismo y un crecimiento de la ultraderecha abrió el camino a un Hitler, a un Mussolini y a un Franco además de una Segunda Guerra Mundial que destruyó a Europa y a Japón. Todos estos son temas muy gruesos que tienen un sinnúmero de dimensiones pero de una manera simplificada lo que se puede decir es que en ambas ocasiones se fracturó el orden mundial. Ese conjunto de instituciones y reglas que permiten convivivir a los países y a las sociedades.Evidentemente en estas épocas son muchas las diferencias que se pueden encontrar frente a las situaciones mencionadas pero es inquietante percibir un nuevo rompimiento de ese orden mundial que permitió el auge de la posguerra, la calma tensa de la Guerra Fría y la etapa más reciente de globalización y de protagonismo del mercado. La gente en todas las latitudes ha perdido la confianza en muchas de las instituciones y en casos como el de los partidos políticos su desprestigio es universal. Los grandes líderes brillan por su ausencia y el desencanto por las deficiencias de los Estados para satisfacer las necesidades de unas poblaciones que ahora están informadas y saben que pueden opinar y que tiene forma de actuar colectivamente pero, a su vez, que responden más a emociones y a incentivos mediáticos que al conocimiento y a la reflexión hace prever los próximos años como de turbulencias y, por qué no, de grandes riesgos.