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Sí se puede

La ciudad de Cali después de haber sido ejemplo de civismo y...

27 de agosto de 2011 Por: Ricardo Villaveces

La ciudad de Cali después de haber sido ejemplo de civismo y progreso viene, desde hace algún tiempo produciendo desconsuelo por el atraso relativo que registra frente a otras ciudades del país que, por el contrario, han cambiado de manera significativa su comportamiento y muestran un progreso sostenido. La preocupación con la ciudad se acrecienta cuando suceden cosas como la ocurrida en la semana que termina con los candidatos Guerrero y Correa que ven sus aspiraciones en vilo por cuenta de una insólita decisión de la autoridad electoral. Ojalá los responsables del tema entiendan el atropello que significaría para la ciudad la descalificación de estos dos candidatos, reversen tan inconveniente decisión y permitan continuar con el proceso electoral que, muy posiblemente, llevará a elegir a Rodrigo Guerrero como el nuevo alcalde, con lo cual la ciudad estaría tomando una acertada decisión, pues es la persona más capacitada para consolidar la recuperación de la ciudad. Ahora bien, no es menos cierto que el alcalde Ospina ha dado importantes pasos en la dirección correcta y en muchos casos lo que ocurre es que se desconocen los logros alcanzados. Esto es especialmente cierto cuando el tema de Cali se mira desde Bogotá, dado el síndrome de que adolece la ciudad, similar al que tenía el país hace unos años cuando era inconcebible que Colombia produjera noticias positivas y sólo se reconocían los problemas y los hechos negativos. Pues bien, en el caso de Cali también hay noticias positivas y algunas de ellas ni siquiera las conocen sus propios ciudadanos. Un caso de mostrar y del cual deben sentirse orgullosos los caleños es el de la ciudadela educativa Un Nuevo Latir, situada en el Distrito de Aguablanca. Quien tenga la oportunidad de conocer esta obra (y es algo que todos los caleños deberían conocer), no puede quedar menos que maravillado por la importancia de la misma y por lo que significa para el progreso de la ciudad. Se trata no sólo de una gran obra arquitectónica que incluye colegio, biblioteca, instalaciones deportivas, etcétera. También es un elemento formador de ciudadanía, de convivencia, de creación de comunidad y de preservación de cultura; pero no de cualquier cultura, sino de aquella del habitante del suroccidente del país, donde la influencia de los afrodescendientes es uno de los elementos más relevantes en la Cali de hoy. Con el apoyo de la Fundación Carvajal los 23.000 metros cuadrados, los 155 computadores, las instalaciones deportivas, los tableros digitales y, en fin, toda la infraestructura física se convierten en un polo de desarrollo de convivencia y de formación ciudadana. Los más de dos mil alumnos, además de la comunidad en general, pueden aprovechar la experiencia acumulada durante los cincuenta años de trabajo social de la Fundación para convertirse en modelo a seguir en otras zonas de la ciudad que se verían beneficiadas con proyectos similares. Sí se puede, entonces, y lo que se necesita es buenos alcaldes y el concurso de entidades como la Fundación para multiplicar casos exitosos como éste.