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Retos y desafíos

Por estos días se presentaron los resultados de la encuesta de percepción del país de Guarumo y Ecoanalítica.

26 de octubre de 2018 Por: Ricardo Villaveces

Por estos días se presentaron los resultados de la encuesta de percepción del país de Guarumo y Ecoanalítica. Si bien es cierto que no muestran un optimismo desbordante, los resultados son alentadores con un 46,9 % que considera que el país va por buen camino frente a un 36,9 % que cree que las cosas no marchan bien.

Es importante enfatizar que son percepciones y esto no tiene que ver necesariamente con realidades objetivas. La opinión es muy voluble y las percepciones se forman, usualmente, alrededor de titulares de prensa, conversaciones y chismes, y solo en un reducido número de casos son resultado de un análisis objetivo o una mirada a los temas con cierta profundidad.

A pesar de la desconexión que las percepciones puedan tener con la realidad no es menos cierto que son el origen de posiciones y corrientes de opinión que, en últimas, construyen hechos políticos y dan lugar a decisiones y actos de los gobiernos que buscando resultados inmediatos de opinión no siempre son los más apropiados en términos del beneficio general.

Colombia se enfrenta a múltiples desafíos y, en lo inmediato, la mayoría tienen que ver con temas de recursos: que si el posconflicto, que si las inversiones requeridas en el sector rural, que el deterioro de la infraestructura en las universidades, que las demandas de nunca acabar de los maestros, que los lamentos de los cafeteros, que los recursos para atender a las víctimas del conflicto, en fin, la lista puede ser infinita y lo que es cierto es que los recursos son limitados.

El reto para el gobierno es complejo. Tiene que seguir consolidando esa tendencia de respaldo y de percepciones positivas especialmente si pretende sacar esa loable iniciativa de gobernar ‘sin mermelada’ y debe atender lo que sean necesidades verdaderamente prioritarias pero, por el otro lado, tiene que ser muy estricto en el manejo de las finanzas públicas pues la coyuntura es muy delicada.

Aunque pueden haber diferencias de grado, los analistas coinciden en que el país requiere una ley de financiamiento que fortalezca la frágil situación de las finanzas públicas y, con el tiempo apremiando, a estas horas no se conoce cuál es la propuesta gubernamental. Más serio aún cuando las calificadoras de riesgo se encuentran a la expectativa y si no quedan satisfechas nos bajarán la calificación crediticia.

Esto es más preocupante con las turbulencias de los mercados y cuando una proporción muy alta de la deuda pública (más del 35 %) está en poder de inversionistas extranjeros. Ante una reducción en la calificación, rebalancean de manera inmediata sus portafolios, lo que puede dar lugar a una salida muy importante de fondos con consecuencias muy negativas para la economía.

Complejo ajedrez entonces el que tiene el gobierno por delante. Lo que si es evidente es que lo más inconveniente es que ceda a las presiones de gasto por pensar en las encuestas de percepción cuando hay un reto tan importante para darle solidez a la economía en este etapa que, bien manejada, permitirá resultados positivos de mediano plazo y una destacada gestión de gobierno.