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Pueden marcar la diferencia

Lo que a mi modo de ver diferencia el caso actual y el de 2019 de protestas anteriores, es la presencia masiva de jóvenes. Es cierto que muchos de ellos son los famosos “NiNis”. Ni trabajan ni estudian y tienen poco que perder

21 de mayo de 2021 Por: Ricardo Villaveces

Las protestas que estamos viviendo han tenido unas dimensiones de duración e intensidad muy superiores a lo que se había visto en los últimos años. Las explicaciones y análisis han sido y seguirán siendo muchas. Procurando mirar con alguna perspectiva, se puede decir que hay una serie de elementos predecibles en este tipo de eventos.
Vandalismo, presencia de los eternos marchantes (Fecode, CUT, etcétera), presencia de la subversión en sus diferentes expresiones e, incluso, injerencia extranjera.

Sobre el vandalismo no hay mucho que agregar, distinto a pedir que se ejerza la autoridad y frente a los bloqueos habrá que combinar diálogo con el uso moderado de la fuerza y a algún acuerdo se tendrá que llegar con el Comité de Paro pues el desgaste y el perjuicio lo sufren todos.

Lo que a mi modo de ver diferencia el caso actual y el de 2019 de protestas anteriores, es la presencia masiva de jóvenes. Es cierto que muchos de ellos son los famosos “NiNis”. Ni trabajan ni estudian y tienen poco que perder, pero también hay una presencia muy importante de estudiantes y de trabajadores independientes que rechazan el estado actual de las cosas.

Tienen un discurso más en línea con los discursos globales de la juventud. Inclusión, equidad, género, medio ambiente, rechazo a la política tradicional, etcétera. Como bien lo registra Sandra Borda en su libro “Parar para avanzar”, analizando las protestas de noviembre de 2019, se percibe en muchos de estos jóvenes un afán por participar e incidir en lo que consideran un mejor estado de las cosas. Y esto es muy positivo. Por años nos quejábamos del alejamiento de los jóvenes de los problemas nacionales y hoy parecen estar presentes.

Su participación en las movilizaciones sociales pueden tener efectos muy positivos, si de allí surgen los liderazgos apropiados para canalizar de manera constructiva esta energía. Puede haber mucho idealismo, pero estas cosas se van decantando y pueden dar lugar a transformaciones concretas que contribuyan a tener un mejor país. Esto hay que mirarlo también en una dimensión temporal y es la del año electoral que tenemos por delante.

Si todos estos jóvenes, como dicen algunas encuestas, están dispuestos a votar, van a ser un factor de peso en los resultados electorales.
Sintonizarse con ellos debe ser una prioridad para quien aspire a ser elegido. El discurso anquilosado de los políticos y sus peleas no los van a motivar. A ellos no les dice nada las referencias a nuestro pasado y su conexión con el mundo, a través de un celular, les da un marco de referencia muy diferente al que hubieran tenido hace unos años.

Si el entusiasmo y la participación que están mostrando se mantiene van a jugar un papel bien importante en los resultados de las elecciones. Ese es el gran reto hacia el 2022. No sería extraño que surja alguna opción que hoy no identificamos y que llegue a conectarse de manera mas efectiva con quienes pueden cambiar el panorama político nacional.
Los jóvenes pueden marcar la diferencia.