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Preocupante

Sin duda es muy preocupante lo que está ocurriendo con las protestas que de distinta índole se vienen registrando. La más reciente, la de la minga indígena, ha llevado el asunto a un punto muy complicado.

12 de abril de 2019 Por: Ricardo Villaveces

Sin duda es muy preocupante lo que está ocurriendo con las protestas que de distinta índole se vienen registrando. La más reciente, la de la minga indígena, ha llevado el asunto a un punto muy complicado. El desplante que le hicieron los indígenas al Presidente de un lado y, de otro, la presión que está recibiendo el gobierno de quienes solo ven el mundo en blanco y negro, e incluso justifican masacres si es lo que resulta de aplicar la mano dura, dificultan aún más una situación ya muy delicada. Estos son procesos que se sabe cómo comienzan, pero nunca cómo terminan y pueden terminar muy mal.

La intransigencia de los indígenas incluyendo temas absurdos en sus peticiones y las amenazas de que pueden volver a cerrar las carreteras difícilmente puede verse como un fenómeno aislado. No resulta extraño que estas posiciones se den en la antesala de lo que viene gestándose como un paro nacional para el 25 de abril. Por el contrario, parece una acción bastante consistente con la intención de quienes han anunciado una situación permanente de protestas sociales y de perturbación, como amenazó Petro cuando fue derrotado en las elecciones, y ya se le vio haciendo activismo en el Cauca. Ni se diga si además en el movimiento hay infiltración de grupos armados.

En una situación como esta se requiere tener un buen margen de gobernabilidad para actuar de manera firme y a la vez prudente. La preocupación es entonces mayor cuando lo que se ve es un gobierno que cayó en la trampa de enredarse en el Congreso con temas como el de las objeciones, que era bastante claro que no iban para ninguna parte y en cambio iban a polarizar de manera muy aguda a los políticos y a dificultar seriamente la marcha de la agenda legislativa del presidente, por el otro lado, cada vez cuenta menos con un partido de gobierno pues sus integrantes del ala dura le ponen palos en la rueda a las posiciones adoptadas por el ejecutivo. Rechazan el desempeño de los ministros, las decisiones del presidente y, en fin, hacen mas difícil gobernar. De otra parte, surge un grupo amplio liderado por Vargas Lleras que puede ayudar en muchos temas, pero también puede ser, como se ha dicho, la verdadera oposición.

El estilo conciliador y ponderado de Duque es para muchas personas sinónimo de debilidad cuando, por el contrario, es el tono que se requiere para manejar con firmeza, pero con tino, una situación como esta. Los ministros, con un sesgo tecnocrático muestran sus limitaciones frente a grupos tan ‘cancheros’ como son los políticos que intentan recuperar la ‘mermelada’ y los dirigentes de estos movimientos que llevan tantos años repitiendo, cada vez con más experiencia y efectividad, actos de perturbación y no son los ministros efectivos en generar esos apoyos que requiere el gobierno. El presidente se ve pues solo cuando requiere un apoyo decidido de los colombianos y de sus instituciones y, sobre todo, del partido de gobierno que debe tomar conciencia de los riesgos que se están asumiendo.