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‘Pensamiento delirante’

Una de las mentes más lúcidas de la intelectualidad colombiana contemporánea es...

20 de agosto de 2016 Por: Ricardo Villaveces

Una de las mentes más lúcidas de la intelectualidad colombiana contemporánea es el escritor Juan Esteban Constaín que a sus grandes calidades de escritor y de conocedor de la historia, se suma la de ser un agudo observador de la sociedad. En días pasados tituló su columna de El Tiempo: ‘El pensamiento delirante’ y sintetizó en la misma uno de los fenómenos que está caracterizando nuestra época y que en Colombia viene manifestándose de la misma forma perversa con que se registra en otras latitudes.La tesis de Constaín la resume diciendo que se trata de este comportamiento por medio del cual “la gente decide que su pensamiento no tiene por qué tener un sustento racional o lógico o sensato, o ni siquiera un sustento real. Es gente que decide y además con gran orgullo, de manera consciente y deliberada, pensar contra las evidencias y contra la razón”. Mucho de esto explica la absurda situación electoral norteamericana, los resultados del Brexit y un sinnúmero de situaciones similares a lo largo y ancho del planeta.Este tipo de comportamientos son los que se vienen registrando de manera creciente en el contexto nacional alrededor de algo que debería unir antes que dividir como es la búsqueda de la paz. Es evidente que los acuerdos de La Habana no pueden ser la solución a todos los problemas asociados a un concepto tan esquivo como este, pero es un paso de trascendencia en la historia de un conflicto tan antiguo y que ha dejado tantas víctimas. El tema amerita abordarlo con serenidad reflexionando sobre las implicaciones que puede tener el tomar una u otra posición pero lo que no tiene lógica alguna es que las posiciones que se adopten sean el resultado de ese pensamiento delirante que impulsan defensores de lado y lado motivados, con frecuencia, por razones muy diferentes a las que están relacionadas con el tema que se discute.La lucha por el poder entre grupos políticos del establecimiento, pues ni siquiera son partidos en el sentido estricto, explica mucho de lo ocurrido en otros países y en gran medida la polarización que estamos viviendo en Colombia. El análisis sereno de lo que se está acordando y de sus diferentes consecuencias resulta casi imposible en la mayoría de los casos por el predominio de ese pensamiento delirante que lleva a posiciones emocionales y radicales que solo daño pueden hacer en la eventual conformación de los consensos que se requieren en un tema de estas características.Ni el plebiscito puede verse como el apoyo o el rechazo al gobierno de Santos, ni tampoco es la opción entre la guerra y la paz. Lo que se va a votar es si se está de acuerdo en que las Farc se desmovilicen y si por cuenta de este resultado hay la disposición para incurrir en unos costos y en unas concesiones que son necesarias para lograr este resultado. No es más que eso pero tampoco es menos. Lo que no podemos dejar a nuestros hijos es un país más fracturado aún, paradójicamente, por cuenta de un intento por superar un conflicto.