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Para reflexionar

Es difícil entender el fenómeno de Venezuela pues muy pocas personas hubieran...

12 de diciembre de 2015 Por: Ricardo Villaveces

Es difícil entender el fenómeno de Venezuela pues muy pocas personas hubieran podido pronosticar que, en el periodo de más altos precios del petróleo de la historia, hayan sido capaces de destruir la economía y despilfarrar los miles y miles de millones de dólares que han recibido. Esa es una gran enseñanza y un llamado de atención recordando que lo que se considera imposible, o al menos improbable, puede pasar. Se necesitaron 17 años para que la mayoría de los venezolanos se despertaran y expresaran con su voto el rechazo a la locura a la que están enfrentados. La reacción tuvo que ser tan abrumadora y el voto de castigo tan contundente que Maduro no tuvo más remedio que reconocer tempranamente su derrota.Como siempre ocurre en gobiernos dictatoriales dejar el poder es una de las cosas más difíciles y seguramente después de ese arrebato democrático muchos de sus áulicos debieron presionar a Maduro para que endureciera su posición y ya está de nuevo con el discurso trasnochado que lo ha caracterizado. Ojalá esto no termine en una polarización adicional que termine en violencia y en más problemas para un país que le ha tocado ya tantos años de dificultades. El caso de Venezuela lo pone a uno a pensar sobre las situaciones tan incomprensibles que pueden llegar a darse en sociedades tan ligeras y mediáticas como las actuales y solo basta pensar en Trump para hacerse muchas preguntas sobre la sensatez de la raza humana.Por temas como los anteriores resulta relevante la reflexión que hacía en días pasados el alcalde electo de Cali, Maurice Armitage. Decía él que al repasar su experiencia de la elección había cosas que lo preocupaban mucho. Que una persona de 70 años que había estado dedicada a la actividad empresarial toda su vida, sin presencia en los medios y alejado de la actividad política le ganara a personas con tanto reconocimiento como Angelino, o a políticos tan activos y cercanos a las prácticas típicas de los politiqueros era algo para analizar. Y decía que la razón de su éxito radica en la capacidad de comunicarse con la gente, de hablar su idioma y transmitir mensajes que le llegaron a sus potenciales votantes. Decía Armitage que eso lo llenaba de satisfacción pero le dejaba grandes preocupaciones pues su elección ponía de presente el hecho de que una persona desconocida que fuera capaz de comunicarse con la gente era capaz de obtener el respaldo y convertirse en gobernante a pesar del desconocimiento que la gente tuviera de él y sin que mediara historia ni realizaciones. Si él había podido ser elegido cualquiera podría serlo ante la debilidad de los partidos tradicionales y ante el peso de la comunicación frente a la trayectoria, las ideas o los programas.Es, sin duda, una reflexión relevante que merece atención pues solo basta pensar en Venezuela para ver a dónde puede llevar la falta de organizaciones que, como los partidos, ayuden a que se adopten posiciones sensatas en temas tan críticos como el de la elección de sus gobernantes.