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Nubarrones en el horizonte

En fin, el armamentismo en una situación de debilidad institucional no crea sino nubarrones en el horizonte y con un ser tan inestable e impredecible como Trump cualquier cosa puede pasar.

19 de julio de 2019 Por: Ricardo Villaveces

En columnas anteriores hemos hablado de cómo los tiempos que corren tienen varias similitudes con aquellos que vivió el mundo entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Después del derrumbe de los imperios que habían sido el fundamento del orden económico y de poder por muchos años y que terminaron de derrumbarse en la Gran Guerra, el mundo entró en una época de incertidumbre y grandes crisis. Fueron los tiempos de la hiperinflación en la Alemania de Weimar y del ‘crash’ de la bolsa americana que arrastró a muchos a lo largo y ancho del Planeta.

Todo ese caos fue caldo de cultivo para el surgimiento de los movimientos extremistas representados fundamentalmente por un crecimiento del fachismo, que desembocó en la Segunda Guerra Mundial y solo hasta su terminación y con el liderazgo de los Estados Unidos el mundo pudo construir un esquema institucional que ha sido la base para las relaciones entre las naciones hasta ahora.

Los organismos multilaterales como Naciones Unidos, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y sus posteriores derivaciones como la Organización Mundial de Comercio han permitido la convivencia y el desarrollo. Desde hace un tiempo el modelo liberal que ha sustentado los esquemas democráticos de gobierno viene presentando debilidades y la ortodoxia fiscal, de un lado, con los sacrificios que requiere y la excesiva concentración de la riqueza han dejado muchos afectados y más escépticos sobre la bondad de estos enfoques.

La nostalgia por los modelos asistencialistas o el deseo del cierre de las fronteras explican, en cierto grado, fenómenos como el Brexit, los Chalecos Amarillos e incluso a Trump. El intento de este señor por debilitar el multilateralismo y los riesgos de desaceleración económica en varios países, simultáneamente con el mayor poderío chino y con un líder que como Putin desprecia el modelo liberal y muestra un claro apetito por el poder, no es el mejor escenario para evitar los extremismos y los riesgos bélicos.

Mucho menos cuando surgen de nuevo los ‘halcones’ que trabajan en el desmonte de los acuerdos de contención nuclear y que ven en el fortalecimiento militar un objetivo muy relevante para sus países. La locura militarista no es solo de Trump con sus desfiles e incrementos monumentales del presupuesto de defensa, sino que países como Turquía destinan sumas inmensas en la compra de armamento asumiendo incluso actitudes erráticas frente a sus colegas de la Otan al comprar sistemas de defensa rusos y entrar en conflicto con los Estados Unidos en relación con la compra de aviones de última generación.

En la Unión Europea son muchas las voces que abogan por un incremento en los presupuestos de defensa al concluir que ya no pueden confiar en el que había sido su protector, como era el caso americano, pues mientras tengan este presidente los Estados Unidos no se pueden considerar unos aliados confiables.

En fin, el armamentismo en una situación de debilidad institucional no crea sino nubarrones en el horizonte y con un ser tan inestable e impredecible como Trump cualquier cosa puede pasar.