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El retorno del péndulo

Un amigo que vive hace muchos años en los Estados Unidos me...

12 de noviembre de 2016 Por: Ricardo Villaveces

Un amigo que vive hace muchos años en los Estados Unidos me decía que al observar la evolución que allí se ha venido presentando sentía que era un país “en vías de subdesarrollo”. La cobertura de salud es pobrísima, la educación de buena calidad se ha vuelto costosísima y la otra es de muy bajo nivel, el ritmo de concentración del ingreso es obsceno y el desempleo es el pan de cada día con grandes dificultades, paradójicamente, para que las empresas encuentren el personal con la calificación requerida lo que hace más frecuente ver extranjeros en posiciones que tradicionalmente hubieran sido para los norteamericanos. Ese tipo de situaciones explican mucho de lo que acabamos de ver con la elección de Trump. Otra sorpresa y otro fracaso de los pronósticos que la inmensa mayoría veíamos como los más probables. El éxito de Trump se explica en buena parte por su sintonía con el americano promedio, habilidad en comunicaciones que seguramente perfeccionó con su experiencia como protagonista de un reality show. Le permitió entender que los votos en estos tiempos no se ganan con hojas de vida ni con conocimientos y experiencia sino con frases sencillas, repetitivas y que no exijan reflexión alguna. “Hagamos a América grande de nuevo” es todo y es nada pero resultó efectiva a la hora de tocar las fibras de esos americanos que se sienten cada vez más marginados de los avances del Siglo XXI. Los inmigrantes, los musulmanes y el muro fueron el tipo de argumentos que calaron y por eso el despertar de ese votante blanco con poca educación que piensa que con Trump volverán a prenderse las chimeneas y que zonas como el cinturón industrial del Medio Oeste volverán a ser pujantes. Tanto estos votantes que esperan el cambio con la llegada de Trump, como él mismo, parecerían olvidar fenómenos más profundos que muestran cómo la economía industrial está dejando el paso a la economía digital y del conocimiento y allí volverán a encontrarse con los problemas de falta de calificación.Pero más de fondo, como ocurrió también en el Brexit, lo que se percibe es el regreso del péndulo cuando después de unos treinta años de protagonismo de la economía de mercado, del neoliberalismo y de la globalización los ciudadanos del mundo que tradicionalmente llamamos industrializado, claman por un estado más paternalista, por más proteccionismo y rechazan las grandes desigualdades que ahora están a la vista de todos. Esa es una de las grandes diferencias con el pasado: hoy todos nos enteramos de todo en tiempo real y la gente sabe que se puede expresar, que acceder a la información es factible y, además, que no es necesario leerse libros y tratados sino que la gente se siente adecuadamente informada con lo que lee en Twitter, en cualquiera de las redes sociales o en toda la información que se recibe en esos celulares que se han convertido en extensiones de las personas y que lleva a votar emotivamente y no con la reflexión que en teoría debería ser deseable. ¡Esos son los tiempos que nos correspondió vivir!