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Unidos a defender soberanía

¿Alguna transnacional y -obvio- el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, saben qué...

29 de marzo de 2016 Por: Ramiro Andrade Terán

¿Alguna transnacional y -obvio- el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, saben qué hay en la zona en litigio entre Colombia y Nicaragua? ¿Acaso petróleo? ¿Eso explica la actitud desaforada del dirigente del país centroamericano en el diferendo? ¿Se trata únicamente del pleito sobre aguas fronterizas en el Caribe? ¿O hay interés de posibles ingresos por cuenta de presunta riqueza?Tranquilo, serio, convincente, decidido, el presidente Santos dio buena respuesta a La Haya: “Colombia no comparecerá más ante ese organismo”. “Con esa decisión injuriosa, todo estamos en la obligación de unirnos y defender, con todos los recursos a nuestro alcance, la soberanía y la dignidad de nuestra nación”, señaló enérgico y conciso. Corresponde a los partidos, tendencias, sectores económicos y sociales, profesiones, intelectuales, organizaciones religiosas, pasar de lo retórico a la acción si la situación continúa agravándose. Si el gobierno solicita acción ciudadana, hay que darla vigorosa y serena. Integrar pequeños comités, en todas las ciudades, que se ocupen de trabajar en la defensa de los legítimos intereses nacionales, bajo la coordinación de la Presidencia. A la defensa de tan sagrados derechos hay que meterle pueblo.No es lícito abandonar al Presidente y el resto del gobierno en su obligación de defender nuestra soberanía y territorio. Amigos de la paz y del diálogo, como instrumentos para solucionar discrepancias, hemos sido en la historia continental. Pero eso no implica el “dejar hacer y dejar pasar”, cuando se trata de algo tan cercano, entrañable y legítimo. La opinión internacional se enteró, por el presidente Santos, que no cederemos un mililitro de nuestra soberanía en el Caribe y no estamos dispuestos a caer en la trampa de una decisión sospechosa de la corte de La Haya. No debe preocuparnos una conducta beligerante del Presidente de Nicaragua. Hemos soportado las peores desgracias -entre otras una violencia de 54 años- y afrontaremos lo que pueda venir en este inicuo proceso contra nuestra nación, en el intento de mutilarla. La historia nos dará la razón en un litigio que es cosa juzgada. No es admisible -entonces- el intento de reabrir su discusión. Colombia debe prepararse para defenderse en cualquier tipo de circunstancias. Ese debe ser un gran propósito nacional.