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Propósito nacional

La pena de muerte no está consagrada en nuestras disposiciones legales. Pero...

19 de julio de 2011 Por: Ramiro Andrade Terán

La pena de muerte no está consagrada en nuestras disposiciones legales. Pero existe. De hecho. Aquí se mata al por mayor, o por las circunstancias más baladíes. Al punto que se convirtió en ritual al que la gente se acostumbró, sin una protesta colectiva. Nos graduamos en el terror. Sin respeto por el sagrado derecho a la vida. Llevamos cerca de 50 años dedicados a darnos plomo aquí y allá. Sin que el brutal enfrentamiento y episodios que arrasan pueblos enteros -como ocurrió en el norte del Cauca- tengan visos de desaparecer.¿Hasta cuándo seguirá la matanza? Una pregunta tonta, cándida. El altísimo nivel del antagonismo entre las partes, su financiación y degradación, no ofrecen un clima favorable a conversaciones para el final del conflicto. La única alternativa -¡vaya desgracia!- es seguir en el macabro oficio de matarnos. Por los siglos de los siglos, hasta cuando “San Juan agache el dedo”. Hoy por hoy -y espero estar equivocado- la paz no tiene camino. La indiferencia frente al conflicto es notoria y a nadie se le ha ocurrido organizar una gigantesca movilización popular -sin distingos políticos, sociales, o religiosos- para presionar por una salida racional. Ni el Gobierno ha doblegado a los alzados en armas, ni éstos tienen posibilidades reales de llegar al poder. Ese funesto empate y la ausencia de una voluntad colectiva actuante, permanente y resulta, mantienen a la Nación en su letal enfrentamiento y con una pobre imagen en América Latina y el mundo. Y con el peligro de desaparecer como Estado de Derecho.Mientras tanto, la pena de muerte sigue en vigencia en una nación en guerra civil no declarada. Que no ha encontrado un camino viable para recuperar su tranquilidad. Algo habrá que hacer para que las llamadas “fuerzas vivas” se unan en un movimiento nacional para liberarnos de la tragedia. Que tanto daño le hace a nuestro país. Dejar que Colombia termine de desangrarse, sin levantar un dedo para impedirlo, es el peor pecado de cualquier ciudadano que ame de verdad el territorio donde nació.A la paz hay que meterle pueblo. Como sucede en España con ETA, cada vez más disminuida. Entre otras razones por el repudio activo y permanente del pueblo español. En Colombia hay tres letales problemas que liquidar: la violencia interna, el narcotráfico; y la corrupción que alcanzó los más escandalosos niveles. Ese debería ser un propósito nacional que nos comprometa a todos. Y un programa mínimo para todos los candidatos presidenciales del futuro.