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Paz: pueblo y ganas

Si no existe intención real de acabar con el conflicto que azota...

17 de abril de 2012 Por: Ramiro Andrade Terán

Si no existe intención real de acabar con el conflicto que azota la Nación, cualquier diálogo es inútil y terminaría en una nueva frustración nacional. El presidente Santos ratificó que es la única persona para actuar a nombre del Gobierno y la sociedad civil en un hipotético proceso de pacificación. Es obvio que conversar por conversar, pensando en la galería, no sólo es inútil; es contraproducente. Sería otro rudo golpe al deseo de paz que anima a nuestros compatriotas.El Gobierno tiene dudas sobre la voluntad real de las Farc de desmontar su aparato militar y aceptar que la lucha armada, está fracasada. Santos no tiene intención de adelantar a la ligera unas conversaciones gaseosas que convengan sólo a una de las partes y sean una táctica publicitaria. Diálogo sí: directo, claro, con el propósito de acabar de una vez por todas con un conflicto que va camino de convertirse en eterno. El Presidente fue preciso: “Quiero la paz, no un nuevo fracaso... No voy a precipitarme a nada hasta estar seguro”. Los colombianos sabemos a qué atenernos y eso –así sea duro– es preferible a vivir malos resultados en un tema de máximo interés.Se pensó que la liberación de los soldados y policías por las Farc era el comienzo de una etapa nueva, real, de pacificación. No fue así. Es necesaria la liberación de todas las personas en poder de la insurgencia. Así lo ha planteado el Presidente, pero no ha tenido ninguna respuesta.Duele escribirlo: la paz está lejana y pasará un buen tiempo para que llegue la hora de poner fin -de verdad y para siempre- a la inútil y sangrienta pesadilla de la confrontación armada y su secuela de desgracias. Las acciones militares han tenido cambios apreciables con golpes fuertes a la estructura militar de las Farc. Pero el candente problema no es un asunto que se resuelva únicamente por las armas. Debe lograrse un clima político que rechace la guerra interna. ¿Podrá una vigorosa y decidida voluntad nacional a favor de la reconciliación nacional, imponer esa conducta? Es muy posible. A la paz ay que meterle pueblo y ganas. Si la pacificación del país se convierte en el gran ‘propósito nacional’ del que habló Alberto Lleras, se habrá dado un paso decisivo para recuperar todo lo que se ha perdido en una confrontación perversa que tanto daño le hace a Colombia. Lo que no debe admitirse, es una pasiva resignación frente a un conflicto que amenaza la estabilidad de las instituciones democráticas.