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Más allá de los fusiles

Estamos en un proceso positivo, turbulento, y clave del destino nacional. Con...

25 de marzo de 2014 Por: Ramiro Andrade Terán

Estamos en un proceso positivo, turbulento, y clave del destino nacional. Con dos características: A) A pesar de una confrontación armada de 54 años, el país ha registrado un crecimiento notable. Con México, Brasil y Chile, es una de las naciones que más avanza en América Latina. B) Padece la guerrilla más antigua y numerosa del continente que requiere una partida inmensa del presupuesto para reinsertarla en la verdadera etapa final de la confrontación. ¿Qué pasará con los diálogos de paz en La Habana?Concluirán con un cese al fuego y se entraría en una segunda etapa, mucho más compleja, de resolver los gravísimos problemas que la guerra absurda ha traído. Que tienen que ver con el problema agrario y social; el desplazamiento de miles de campesinos y trabajadores que huían de la violencia a las grandes ciudades y engrosaban los barrios de invasión de Bogotá, Cali, Medellín, Neiva, Barranquilla y otras ciudades.¿Tiene el gobierno un plan serio para ejecutar una tarea de tan colosales – y costosas – dimensiones?El sector privado – que resultaría tan beneficiado con ese acuerdo – ¿está comprometido a fondo con esta etapa?La idea que solo se necesita firmar un acuerdo que silencie los fusiles para lograr automáticamente la paz total, es inocente, irreal, utópica. Sí. Se apagan los fusiles, la violencia del enfrentamiento, pero queda la otra: la social, los desplazados, los niños huérfanos, las viudas de la guerra. En fin: la lista es larga. Esa tarea no es solo compromiso del Estado. La sociedad tiene un papel que cumplir para que la paz sea real.El problema es de enorme trascendencia y provoca resistencia a una nueva tributación en algún sector recalcitrante – enemigo de la conciliación – con toda suerte de acciones para no comprometerse económicamente en algo de vital importancia para el futuro de una nación.Hay que afrontar el desafío que plantea el único camino en esa nueva etapa – si algo terrible e imprevisto no ocurre – que vendrá para darle realidad a las buenas intenciones firmadas. Estamos en una hora crítica de una nación que ha conocido todos los horrores, la crueldad de la guerra entre hermanos, el ataque a poblaciones, el secuestro, el miedo, las poblaciones abandonadas. Lo que jamás debe hacerse es permanecer indiferente a la gigantesca tarea que la paz sea hecho irreversible en la vida nacional.