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La ley del embudo

Las multinacionales tienen la costumbre de invadir con sus productos los países...

3 de agosto de 2010 Por: Ramiro Andrade Terán

Las multinacionales tienen la costumbre de invadir con sus productos los países en vía de desarrollo para hacer ganancias astronómicas y llevarse la parte del león, sin compartir la tecnología que aplican para elaborarlos. La ley del embudo. Así ocurre en buena parte de Asia y América Latina donde esa actitud colonialista se mantiene. Pero eso no durara mucho. A nivel mundial, la reacción contra esa injusto tratamiento se ha generalizado y las naciones pobres se niegan a someterse a esa práctica que las condena a estancarse. Con las funestas consecuencias que eso trae para su estabilidad política y social.Sin tecnología no hay progreso. Eso lo saben los dueños de la misma: los países desarrollados. Obtenerla es una necesidad vital para las naciones del tercer mundo. Condenadas a beneficiar al mundo rico con la compra de sus productos sin obtener la tecnología, clave para el desarrollo. Una forma neocolonialista que impide el crecimiento de los débiles, provoca enfrentamientos sociales y condena a la pobreza a millones de personas.La lucha por la tecnología es básica para el crecimiento de las naciones pobres. En alguna medida, esa lucha incruenta sustituyó el intento de un imperio socialista universal que se derrumbó con la caída de la Unión Soviética y sus satélites. Los países que se enfrentan a esa aberrante injusticia, han comenzado a exigir a las transnacionales ganadoras de enormes sumas en su territorio que compartan la tecnología, que esconden como valioso tesoro. Es decir: enriquecerse a niveles inimaginables por cuenta de idiotas útiles condenados en la dependencia y la pobreza.La tecnología es la clave del progreso. Genera empleo, mejora las condiciones de vida otorga autonomía a los pueblos y -a mediano plazo- incorpora a las naciones al selecto club de países con un buen nivel de desarrollo. Obtenerla, es la gran batalla del momento en un mundo donde los países ricos se han integrado en grandes y poderosos bloques mientras lo pobres están desunidos, rivalizan entre sí, o son víctimas de nuevas formas de colonialismo.Los bloques la utilizan como forma de dominio de las naciones débiles. No necesitan invadirlas como ocurría en otras épocas. Les basta ganar sumas enormes con la venta de sus productos y mantener a quienes se las proporcionan en un mediocre nivel de desarrollo. Un excelente negocio para una de las partes.Lo democrático sería que estuviera al alcance de las naciones en vía de desarrollo. No ocurre así y las naciones que la tienen se cuidan de facilitarla a las que tanto la necesitan.