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Dos etapas de la paz

De no ocurrir una catástrofe que el país recibiría con dolor y...

5 de agosto de 2014 Por: Ramiro Andrade Terán

De no ocurrir una catástrofe que el país recibiría con dolor y el acuerdo para la silenciar las armas se firma, todos los colombianos debemos prepararnos para algo más complejo que lograr el silencio de los fusiles: aclimatar la paz, darle estabilidad, facilitar la condición social de los excombatientes, crear empleo. Realizar un proceso agrario que redima el campo de su atraso secular, proporcionar trabajo a miles de desocupados y lo necesario para estabilizar la tranquilidad.La paz tiene dos etapas: la primera -en la que estamos- es acabar con la muerte entre combatientes. La segunda -iniciar un proceso complejo (ineludible y costoso) para crear condiciones que permitan atender el flujo de desplazados. Que deben encontrar sitio pacífico en la vida nacional. Eso implica una acción muy fuerte del Estado, el sector privado, las instituciones y, en general, la sociedad. Que no participó en el conflicto, pero tiene el deber de colaborar en la etapa de acondicionar la Nación a esa realidad; crear empleo, atención en salud y vivienda, por vía de ejemplo. No es poca cosa. Pero si se quiere acabar con el enfrentamiento no hay más remedio que asumir ese gigantesco problema. Del cual la sociedad no puede esta ausente. Ni dejar -como es corriente- que sea el gobierno el único que afronte semejante experiencia. Se trata de un proceso decisivo que compromete a ricos, pobres, católicos, ateos, protestantes, soldados, policías, comerciantes, empresarios y otros estamentos. La sociedad tiene que realizar, una transformación que el país viene exigiendo y -de paso- crear condiciones materiales para atender los problemas de esa desmovilización numerosa.Colombia tiene una fuerza social poderosa contra el fenómeno de la violencia. Que despertó y se mostró superior. Ahora debe funcionar un liderazgo que encabece voluntad decidida de pacificación y -en apoyo del presidente Santos- ser clave para lograrla. Ha sido muy larga la siesta de los políticos frente al hecho substancial de acabar con el conflicto. Hay que trabajar por la nueva Colombia cuando la muerte regrese a sus cuarteles y ojalá no vuelva nunca. La transformación del país no da espera. La permanencia de problemas sociales que deben ser resueltos, es prioridad del segundo período de Santos. Como posibilitar el cese al fuego, fue su empeño en el primero. Estamos en la etapa final de una larga y cruenta lucha y el comienzo de unificar el esfuerzo colectivo en el desarrollo del país.