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Descrédito de la política

“El descontento con nuestro sistema político es uno de los más altos...

21 de abril de 2015 Por: Ramiro Andrade Terán

“El descontento con nuestro sistema político es uno de los más altos del mundo”, se escribió en ‘Semana’. Se quedaron cortos sus editorialistas: la inmensa mayoría de los ciudadanos no solo desprecian: odian la actividad política y buena parte de sus ejecutores. Consideran que es deshonesta, está desacreditada, es ineficaz, y digna de desprecio. Con idéntico rigor juzgan a buena parte de quienes la practican. Pagan justos por pecadores. Pero ocurre que los pecadores son legiones, y los justos milicia escasa. Muchos de los políticos actúan con honestidad y voluntad de servicio.La política se convirtió en oscuro negocio, con tráfico de influencias, venalidad y desconocimiento de los más urgentes problemas públicos y soluciones adecuadas. No todos obraron para envilecerla y convertirla en ejercicio sospechoso. Hay políticos que actúan con limpia conducta y demuestran diligencia en servir la comunidad que los eligió. Pero no deciden, ni gobiernan. Quienes sí lo hacen, son montonera que -literal- se chupan el Estado y se enriquecen a placer con oscuras maniobras. La opinión los conoce y repudia con energía esa conducta. Su actitud terminó por cubrir a todos. Delincuentes y probos -con injusticia- terminaron despreciados. Con excepciones que -por ejemplo- están en el Congreso y merecen reconocimiento por su íntegra conducta; su tarea sin mancha; y el ejercicio del control político para el que fueron elegidos. Se estableció malsano maridaje entre el político ambicioso y funcionarios del gobierno de turno. Fue manera infame de saquear la nación y darle triste fin al dinero del contribuyente. Se creó oscuro mundo de contubernios y sociedades para enriquecerse. Eso minó la confianza en el ejercicio político sin hacer diferencias y destacar la integridad de muchos dirigentes.En otras épocas, la Ética, el Crédito Moral, la capacidad de servicio, eran condiciones para actuar en política. Quienes la ejercían, gozaban de respeto y aprecio, con liderazgo real. Piezas esenciales para la solución de magnos problemas sociales, muchos pasaron a la historia. El pueblo, les rindió culto fervoroso. -La nación vivió época tranquila y pacífica, que interrumpió la plaga maligna del odio entre adversarios con creencias políticas diferentes-. Hay que rescatar la política de su postración y descrédito. Y combatir el clientelismo con valor y persistencia.