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Colombia en la picota

La violencia ha sido la maldición de Colombia en buena parte de...

21 de enero de 2014 Por: Ramiro Andrade Terán

La violencia ha sido la maldición de Colombia en buena parte de su historia y es su más grave problema. Al punto que el Índice Global de Paz -un respetado Instituto especializado en el tema- señaló hace poco que “Colombia es el país más violento de América Latina”. Con ese calificativo: ¿Para qué enemigos? El titular fue reproducido en publicaciones de gran tiraje e importancia: El ‘Times’, de Londres; ‘Le monde’, de París; ‘The New York Times’, de New York; ‘Excelsior’ y ‘Clarín’, de Latinoamérica. El hecho -que duele e indigna- es que gozamos de esa triste fama en el planeta.Pocos se han molestado en nuestra nación conformista en combatir esa oscura imagen. En precisar la naturaleza de la violencia que padecemos después de 54 años de enfrentamientos. Que consideramos habituales como la lluvia. El gran fracaso de nuestros gobernantes ha sido su incapacidad para eliminarla. Al punto que se volvió crónica.Gobierno y sociedad padecemos una enfermedad mortal: el conformismo: dejar hacer y dejar pasar. Algo que Voltaire calificaba como “el peor mal de la sociedad”. Que aquí traga entero y no reacciona ante un monstruo de semejantes dimensiones.Hay ciertas publicaciones que tienen el hábito de señalar a nuestro país como el más violento, ya no de Suramérica, sino del planeta. La guerra civil no declarada que vivimos, alimenta esa tendencia. ¿Se habrán tomado sus actores el trabajo de examinar la complejidad -y variedad- de la perturbación? ¿Habrá revisado la escena mundial y sus conflictos con miles de muertos, atentados, asaltos y secuestros? ¿Colombia no sufre la violencia sino agresión, al mismo tiempo? En fin. No somos los más, ni los únicos. Es muy dura y sangrienta la lucha por mantener la estabilidad democrática, para que se difame a la nación cuando alguien le provoca.La violencia en América Latina no es invento nuestro. Ha marcado a sangre y fuego en numerosos países de la región. Que, poco a poco, han ido superando esa tragedia. Como es lo que tendremos que hacer. México, ese maravilloso país, ha pasado por una larga etapa de confrontación interna y a nadie se le ha ocurrido degradarlo. El dolor colombiano hay que respetarlo. Está edificado sobre miles de tumbas y sacrificios.La violencia no es exclusiva de una nación en particular. Es fruto de multiplicidad de factores en esta parte del planeta. Colombia no exporta su largo calvario: lo soporta.