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Voracidad insaciable

De nuevo el país se ve sorprendido por la voracidad de los...

12 de septiembre de 2010 Por: Rafael Rodríguez Jaraba

De nuevo el país se ve sorprendido por la voracidad de los bancos. En la reciente Asamblea de Asobancaria celebrada en Cartagena, pidieron al Gobierno la abolición de la Tasa de Usura y el desmonte del Impuesto a las Transacciones Financieras.Si bien mantener un tributo tan oneroso como el 4 X 1000 es irracional, no lo es acabar con la Tasa de Usura, es decir, abolir el límite máximo permitido para el cobro de intereses remuneratorios y moratorios.Los supuestos motivos que invoca Asobancaria para solicitar la derogatoria del delito de usura, son extravagantes, carecen de sustento técnico y evidencian el endémico abuso del sistema financiero.Si bien es cierto que en sociedades avanzadas no existe un tope legal para el cobro de intereses, en esas sociedades tampoco existen las descomunales tasas de interés que con la anuencia del Estado cobran los bancos en Colombia.Acabar con la tasa de usura, es tanto como despenalizar delitos para acabar con el hacinamiento en las cárceles o legalizar el hurto por ser una conducta recurrente e inveterada.De acogerse la propuesta, el gobierno estaría dando muestras de debilidad y complacencia con un sector que se lucra a más no poder de un mercado inerme, a pesar de los precarios servicios que presta. Basta ver las interminables filas en los establecimientos bancarios y los abusivos costos de la mayoría de los servicios que prestan. En el solo mes de Julio la Superintendencia Financiera reportó 1.614 reclamos.Las normas financieras no deben postrarse ante los abusos predatorios del mercado, ni menos renunciar a su deber prospectivo de anticiparse a las malas prácticas. Acabar con la tasa de usura, es legalizar el agiotísmo y abandonar la protección de los sectores más vulnerables.La Usura es una práctica inmemorial que desde tiempos feudales ha envilecido a la sociedad y que por valerse de la expoliación de los pobres ha contribuido a sembrar inequidad, concentrar riqueza y masificar pobreza. Su práctica furtiva no puede servir de excusa para que el estado renuncie a su castigo.El crédito es palanca vital del progreso, por eso el país necesita de una banca sólida, estable y confiable, pero sobretodo, eficiente y competitiva. Si los bancos quieren masificar sus operaciones y aumentar sus utilidades, deben mejorar servicios, abaratar tasas y reducir el costo de los servicios. Pero es inaceptable que pretendan incrementar sus ganancias aumentando tasas, encareciendo tarifas y manteniendo tan precarios servicios.Los altos costos de los servicios financieros, la exclusión de los sectores más necesitados, el impuesto del 4X1000 y la animosidad de los usuarios contra el sistema, alientan la mal llamada desbancarización y promueven el crecimiento mimetizado de un sistema financiero paralelo que incurre a diario en los delitos de Usura y de Captación Masiva y Habitual.La apetencia de los agentes financieros es ilimite; por eso resulta ingenuo esperar equilibrio en el mercado por la vía de la autorregulación o por la simple prédica de los principios del Gobierno Corporativo, como ingenuamente lo pretendió, la reciente y mal llamada Reforma Financiera.