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Reformar la Justicia no basta

Para garantizar el orden social, no basta con reformar la Justicia; es...

25 de julio de 2011 Por: Rafael Rodríguez Jaraba

Para garantizar el orden social, no basta con reformar la Justicia; es necesario que la sociedad se reforme. De poco sirve remozar normas, abreviar procesos, agravar penas y construir prisiones, si no se siembra honor y virtud en mentes y corazones.La Justicia no es un fin, es un medio remedial para restituir la equidad. Su acción es efecto y no causa, salvo, cuando su administración es venal o ineficaz.Es una quimera esperar que una reforma a la Justicia resuelva las falencias éticas y morales de una nación, en la que la corrupción antes que ceder se acrecienta, los entuertos se apoltronan en los despachos públicos, la autoridad se fleta y la impunidad campea ante la mirada tolerante de una sociedad facilista e indulgente, fruto del fracaso de un sistema educativo eficiente para informar pero precario para formar. En Colombia urge que la educación responda por el comportamiento de los ciudadanos. Es irracional elogiar su sistema educativo cuando la sociedad que lo trasiega es tan cercana al delito y la contravención.Si la educación es el fundamento de la civilización, la Justicia es su garantía de permanencia. Es utópico pensar en paz y bienestar sin educación y justicia. Nada más esencial para una sociedad que universalizar su educación y fortalecer su justicia. De ahí la necesidad de reorientar la educación hacia valores y de dotar la Justicia de medios y recursos que aseguren su debida administración.Restituir el Ministerio de Justicia era una necesidad sentida; modernizar la administración judicial, también lo es; por eso, ahora requerimos de una reforma audaz, prospectiva y sostenible que manteniendo incólume la independencia de los jueces, el debido proceso y el derecho a la defensa, supere el atasco judicial y minimalice los protocolos de su administración.Amplia y profunda debe ser la reforma. Tan solo capitulemos tres aspectos medulares que debe afrontar:Primero. Es imperativo acabar la jurisdicción del Consejo Superior de la Judicatura y que este organismo solamente se ocupe de gerenciar los asuntos administrativos de la Justicia. El nuevo Consejo Superior, debe estar presidido por una Sala de Gobierno, en la que tengan asiento los presidentes de las tres Cortes, el Fiscal General, el Procurador, los Ministros de Justicia y Hacienda, y un Gerente elegido por ellos, con voz pero sin voto, de carácter permanente y dedicación exclusiva, poseedor de la más alta y probada acreditación y experiencia en asuntos legales, gerenciales, administrativos y financieros.Segundo. Garantizado el derecho a la segunda instancia en todo juzgamiento judicial, se debe suprimir la tutela contra sentencias y también contra laudos, de lo contrario, seguirá la anarquía judicial y el desconocimiento de la jerarquía orgánica.Tercero. Para acabar el hacinamiento judicial se debe universalizar la conciliación como requisito de procedibilidad; abreviar el término del desistimiento tácito; reducir los incidentes; y hacer temporalmente imperativo el Arbitramento para dirimir entre particulares los litigios de origen contractual.Luego, reseñaremos otros aspectos que debe abordar la reforma, por ahora, saludemos la primavera que se avecina para la Justicia.