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Bienvenida la libertad al mercado

Los días de vida del contrabando están contados. Los contrabandistas pronto saldrán...

6 de junio de 2012 Por: Rafael Rodríguez Jaraba

Los días de vida del contrabando están contados. Los contrabandistas pronto saldrán de la ilegalidad, y si desean mantenerse en ella tendrán que cambiar de ocupación. Por su parte, economistas y abogados proteccionistas tendrán que buscar razones para justificar el origen, fundamento y legitimidad de esta conducta ‘penal’.Cada vez que se firma un tratado, protocolo o acuerdo de libre comercio, los proteccionistas convulsionan al ver cómo se le devuelve al mercado la libertad que siempre tuvo, y con ello, cómo se precipita la muerte de la obstrucción y del contrabando. Que nadie se equivoque; el comercio siempre fue libre y así se mantuvo desde los albores de la historia hasta que el proteccionismo feudal lo restringió para perpetuar su poder económico. Las monarquías para halagar a los feudales y librarlos de la competencia foránea, alambraron las fronteras al intercambio y sometieron a los comunes a una deficitaria oferta interna.Gobernantes y legisladores, mediante el abuso de la ley, lograron que lo que era libre y abundante se volviera proscrito y restringido y con ello se alentaran la escasez, la inflación y el contrabando.En 1944, las naciones derrotadas por la confrontación bélica, vencidas ante la imposibilidad de alcanzar la autosuficiencia y agotadas de persistir en un modelo insostenible y sólo eficaz para concentrar la riqueza y masificar la pobreza, aceptaron la derrota de la política frente a la ciencia. A partir de ese momento, empezó el desmonte de la empalizada arancelaria, levantada para restringir el mercado. En realidad, el mundo lleva muy poco tiempo escuchando a la ciencia, desoyendo la ideología y removiendo las talanqueras restrictivas al comercio.Para acelerar el regreso de la libertad al mercado, los Estados crearon la integración económica, que no es más que el retorno al sendero perdido. En la actualidad pulula la firma de acuerdos de integración entre naciones que tardíamente terminaron entendiendo que el libre comercio favorece a todos y sólo puede llegar a perjudicar a muy pocos.La integración del mercado es una opción promisoria que moviliza a las naciones y las obliga a elaborar inventario de falencias y debilidades, y confrontación de capacidades y fortalezas, todo, en busca de mayor eficiencia, eficacia y economía productiva.Contrario a lo que se cree, los países ricos le temen más a la integración que los pobres, pues a ella le atribuyen reducción de salarios y pérdida de puestos de trabajo como consecuencia de la avalancha de productos que requieren de materias primas y mano de obra que se obtienen en países donde se pagan menores costos y salarios. Este temor evidencia el avance lento pero seguro del proceso de nivelación económica mundial, que desde el Siglo XIX vaticinaron las teorías económicas que probaron las razones en favor del intercambio.En Colombia, con tratados o sin ellos, debemos seguir mejorando en productividad y competitividad; el progreso del país precisa de un modelo que no utilice la devaluación como estrategia competitiva y de una profunda reforma fiscal que disminuya la carga contributiva de las empresas, elimine los impuestos a la nómina, acabe con el impuesto a las transacciones financieras, abarate el costo del dinero y reduzca los abusivos costos de los servicios financieros.Bienvenida de regreso la libertad al mercado.