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Nueva cúpula

Los nombramientos hechos por Pinzón eran la única opción posible si se...

11 de septiembre de 2011 Por: Rafael Nieto Loaiza

Los nombramientos hechos por Pinzón eran la única opción posible si se trataba de cambiar la cúpula militar. Algunos con espesa ignorancia propusieron nombrar al general Óscar Naranjo como comandante general de las Fuerzas Militares. Era un imposible: Naranjo es policía, no un militar. Si se quiere que un policía tenga mando sobre las Fuerzas Militares, habría que nombrarlo Ministro de Defensa. Ahora, si hubo problemas en el Ejército por la designación de un almirante como Comandante General, no quiero ni imaginar la reacción si el Ministro fuera un policía.Si se quería un general de Ejército como Comandante General, la opción era Navas. La única alternativa, Sergio Mantilla, es hoy nuevo comandante de Ejército. Sin embargo, nombrar a Mantilla como Comandante General habría significado el descabezamiento no ya de un docena de almirantes y generales, como ocurrió ahora, sino de un número significativamente mayor de oficiales. La poda hubiera sido costosísima para las Fuerzas Militares. Contrario a lo que creen muchos civiles, formar un buen general toma tiempo y, por tanto, la salida masiva de los que han llegado a los grados más altos se traduce en un estrés institucional que toma años revertir.Yo he manifestado públicamente mis dudas sobre el nombramiento de Navas. Reconozco sus cualidades como tropero y como muy buen táctico y operativo. Su desempeño como hombre de fuerzas especiales fue siempre sobresaliente y los suboficiales y soldados lo quieren y admiran. Pero hay elementos de su conducta que me generan dudas. La vinculación tardía a una logia masónica de tercer nivel es una de ellas. Advierto que nada tengo contra los masones (tengo varios amigos que lo son), aunque su naturaleza me parezca fuera de lugar en la sociedad abierta contemporánea. Pero hay logias de logias y masones de masones. Mucho va de la logia Murillo Toro y de Jorge Gaviria Liévano y Evaristo Obregón, con historia y tradición, al grupúsculo improvisado y oscuro en que oficia David Name. La existencia de grupos secretos en las Fuerzas Militares, en todo caso, es asunto que amerita análisis y otra discusión. También me ha generado cierto recelo la connivencia de Navas con oficiales sobre quienes recaían serísimas dudas éticas (varios de los cuales por fortuna, cayeron en la purga que ha efectuado Pinzón). El espíritu de cuerpo es siempre mal consejero cuando de pulcritud se trata. Además, su ambición lo movió a impulsar la salida de quien fuera su superior, el general Gustavo Matamoros. En términos de eficacia habría que conceder que la jugada funcionó. Si Matamoros hubiera sido paciente y el presidente Santos no se hubiera dejado envenenar y hubiera actuado con cabeza fría, hoy sería él el Comandante General y no Navas.Con todo, lo que en realidad me preocupa es que Navas aún no ha dado muestras de tener dos virtudes que resultan fundamentales para un Comandante General: pensamiento estratégico y capacidad de comunicación hacia el mundo civil, ambas, por cierto, indispensables en estos tiempos que corren. Por el bien del país, Navas tiene ahora la oportunidad de demostrar que mis dudas son injustificadas. Seré el primero en reconocerlo. Mantilla, Tito Pinilla y Roberto García, por su parte, son los mejores nombramientos posibles en el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada. Merecen aplauso. Y no tengo duda de que el almirante Echandía será un magnífico director de la Agencia Nacional de Inteligencia.

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