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Giro estratégico en seguridad

En materia de política de paz, seguridad y lucha contra el narcotráfico este gobierno no ha hecho ningún cambio estratégico

14 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

En materia de política de paz, seguridad y lucha contra el narcotráfico este gobierno no ha hecho ningún cambio estratégico.

Hizo un tímido intento de modificar algunos aspectos de la JEP, pero se opuso al referendo propuesto por Uribe que buscaba modificar sustancialmente esa jurisdicción. Y dio más libertad a las FFMM, pero poco más. Lo sustantivo sigue intacto.

El nuevo MinDefensa tiene una oportunidad de oro para hacer los cambios estratégicos que el país necesita en seguridad y lucha contra el narcotráfico. Acá los dos más importantes:

El primero, hay que combatir el narcotráfico sin contemplaciones. En el 2019 había 154.000 hectáreas de coca y se produjeron 1137 toneladas de cocaína, tres y cuatro veces más respectivamente que antes de la firma del componente de narcotráfico con las Farc.

Las cifras del año pasado están pendientes pero, lo confieso, no creo en las 130 mil hectáreas de erradicación manual anunciadas.

Hay que volver, sin más dilaciones, a la fumigación aérea con glifosato, mucho más efectiva y barata y menos costosa en vidas e integridad física.

Hay que eliminar las transferencias monetarias directas a los narcocultivadores, un estímulo perverso para que el campesino se pase a la coca.

Hay que desarrollar proyectos productivos integrales que no distingan entre el campesino legal y el narcocultivador.

Hay que desarrollar una estrategia que pase del control militar de área a la presencia institucional integral en el territorio. Y hay que atacar el corazón del negocio: las finanzas.

Diseñar y poner en marcha una estrategia específica contra el homicidio es la segunda de las tareas. Las muertes violentas son una tragedia, un problema de salud pública y tienen un costo económico gigantesco.

Hay que considerar las diferencias sustantivas de la violencia homicida entre hombres y mujeres, centrarse en la vulnerabilidad de los más jóvenes y hacerse de manera georrefenciada.

Las cifras del año pasado no deben ser objeto del análisis porque no son comparables: están distorsionadas por la cuarentena. Las del 2019 muestran que hubo 11.880 homicidios, más que antes de que se firmara ‘la paz’ con las Farc.

Los datos muestran que la violencia homicida no es homogénea y que hay departamentos que se comportan casi como los europeos y otros con cifras espantosas, como el Valle, y que hay municipios sin asesinatos en el año y en cambio hay otros que quintuplican el promedio nacional.

Los homicidios se concentran en los municipios y regiones con narcotráfico y minería ilegal y presencia de grupos armados ilegales.

La estrategia tiene que construirse sobre la realidad específica local. Y debe concentrarse en los hombres, 92% de las víctimas, y los jóvenes hasta 29 años, el 49% de los asesinados.

Sigue en Twitter @RafaNietoLoaiza

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