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Camino, caigo, vuelvo a caminar

Fin de año. Logros alcanzados. Metas incumplidas. Tareas a media marcha. Propósitos que se quedaron ahí, en el papel, en los que no se dio ni un paso adelante.

29 de diciembre de 2019 Por: Rafael Nieto Loaiza

Fin de año. Logros alcanzados. Metas incumplidas. Tareas a media marcha. Propósitos que se quedaron ahí, en el papel, en los que no se dio ni un paso adelante.

Es la naturaleza humana. Planear, ejecutar, evaluar. Equivocarse. Reconocer que a pesar de fijarse propósitos, con la mejor de las intenciones, se fracasa, y se debe volver a empezar. Somos una dualidad consciente y en tensión permanente. Nos debatimos sin cesar entre nuestra naturaleza instintiva, inconsciente, animal, y el ser pensante, lúcido, trascendente. Entre nuestras compulsiones y nuestras razones. Entre hacer lo que queremos y lo que debemos. El hombre, solo el hombre, es capaz del bien más sublime y también de la más tenebrosa de las maldades.

Y sin embargo, también por eso, por tener que vivir decidiendo, por el libre albedrío, somos mejores que ellos, que los monos y que los demás animales. Mejores también que Adán y Eva en el paraíso, antes del conocimiento, insulsos, insípidos, sin gracia alguna. Es en nuestra capacidad de escoger, de decidir, donde está lo más noble y puro del ser humano. De hecho, es nuestra libertad la que nos hace humanos. Somos seres racionales para decidir. Y las equivocaciones son la prueba de nuestra humanidad.

Así se nos van los días, uno tras otro, y se nos van los años, como este que se acaba, y se nos va la vida, en la tarea de escoger, de decidir, de fallar, de caer, y de volver a levantarnos. Somos libres y, por tanto, responsables.

Retomé mi hábito de correr diariamente, que había abandonado casi del todo por cuenta de recorrer el país una y otra vez en esa seguidilla de campañas del 18. Correr es por definición una actividad física. Pero para mi es el silencio, la concentración, la oportunidad de ver desde otros ángulos los problemas y las soluciones. Me queda pendiente retomar la bicicleta.

Volví al ejercicio de mi profesión y de mis oficios, abandonados también por la política, ese monstruo desagradecido que todo lo consume. Para mi sorpresa, con éxito aún mayor que el de antes de haberme lanzado a la aventura de la precandidatura presidencial. Y si, algunos me odian por mis ideas, aunque no hayan cruzado palabra conmigo, pero también he recibido la confianza de muchos y tengo nuevos clientes a quienes estoy profundamente agradecido.

Leo menos de lo que quisiera, pero mucho más de lo que podía hace un año. Decepciono a algunos de los que más quiero y sufro porque les hago daño. Me culpo y confío, quizás en vano, en que algún día tenga perdón. El destino me regala una mujer maravillosa a la que quiero arrancarle una sonrisa todas las noches y con la que espero envejecer. Camino, caigo, vuelvo a caminar.

Vivo. Y deseo que este 2020 traiga vida, mucha vida, a todos mis lectores.

Sigue en Twitter @RafaNietoLoaiza

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