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Pardo Llada y los Kennedy

No es mi culpa; mi psiquis no me lleva a escribir sobre...

19 de enero de 2011 Por: Poncho Rentería

No es mi culpa; mi psiquis no me lleva a escribir sobre Peñalosa, ni sobre el buenazo y calvo Sabas Pretelt, ni de la ‘Toti’ Vergara, la regia actriz que una noche entrevisté en televisión y me soltó tres “aigas” y dos “hubieron”. No me animo a escribir sobre las víctimas del invierno; me voy a los Kennedy porque estoy leyendo las ‘Memorias’ de ‘Ted’, el que pasó a comandar la tribu.John Kennedy era amante de Marilyn Monroe. Al morir, su hermano Robert dijo, por escrito, que le dieron permiso para reemplazarlo como amigo-amante de la rubia que hizo una regia película: ‘Cómo pescar un millonario’. Mi entrañable José Pardo-Llada fue experto en el clan Kennedy; de ellos lo sabía todo. Por 38 años este ex embajador, dirigente cívico y brillante periodista, fue mi íntimo amigo. Me eligió parlamentario, me alojé 57 veces en la “Casa-Pardo-Calderón” en Cali, y él en la mía, en Bogotá. Cada mañana tirábamos teléfono para exprimir el mundo noticioso, el escándalo del día, el tema cubano, el del Movimiento Cívico o la familia Kennedy.John Kennedy alentó en abril del año 62 la invasión de la CIA con tres mil cubanos a Cuba. Pardo Llada, un mes antes, salió de La Habana; los “atorrantes” llegaron a ministros. A los anticastristas los derrotó Fidel en Playa Girón. Yo estaba, con amor y sueños, con la revolución cubana y contra Kennedy, que animó a los anticastristas. Gran tragedia, dentro de Cuba no tenían apoyo. Los pusieron presos y (vaya vergüenza) me alegré porque, derrotados, los humillaba el castrismo vencedor. Mea culpa.Leo ahora las ‘Memorias’ del senador Kennedy. Voy en la parte dramática, cuando Joan, su esposa, se entregó al whisky. Al hombre le tocó el divorcio y manejar cinco hijos y 18 sobrinos, la mayoría caóticos y conflictivos.Ya leí la despectiva visión del magnate Aristóteles Onnassis quien, al casarse con la viuda ‘Jackie’ Kennedy, pasó a la lista negra de la familia. Ya leí el problemita que tuvo este senador Kennedy; salió a tomar Dry-Martinis con su asesora y politóloga, y dos amigas más. Mala suerte, el carro se les cayó a un lago y ella se ahogó y también se ahogó la presidencia del último Kennedy. Qué vaina, ya no vive Pardo Llada para llevarle el libro; tampoco está el burlón inteligente, mi delicioso amigo de infancia tulueña, Tulio Cruz, para tomarnos una leche malteada en algún lugar de Cali y recordar la Calle Sarmiento y al clan de los Cruz Toro y a la tribu Cruz-Roldán, donde aún reina el maravilloso ‘Nach’ Cruz, guardián de su Partido Liberal.

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