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Lo escuché y me aterró

Pobrecito el general Noriega, no por su maluca cara, sino por pendejo y fanfarrón. Por eso le clavaron 27 años de cárcel.

30 de mayo de 2017 Por: Poncho Rentería

Pobrecito el general Noriega, no por su maluca cara, sino por pendejo y fanfarrón. Por eso le clavaron 27 años de cárcel. Fue un pillo, un sinvergüenza. Un bobazo al desafiar al poderoso imperialismo yanqui. Lo desafió y lo llevaron a USA y ese penoso carcelazo, por fantoche, se lo buscó. Punto.

Lo escuché y casi no lo creo: que el presidente Santos viaja a París para impulsar el comercio con Francia y ver a Emmanuel Macron, nuevo gobernante. Que visitará España donde despachan como embajadores el industrial bogotano Alberto Furmansqui y su caleñisima esposa Aida Lecther de Furmanski, hoy muy indignados con una firma española (Blas de Lezo Gonzales-Sobrino) que repartió sobornos en Barranquilla y nos metieron un golazo millonario. Punto.

Caminar por París es tocar el cielo, así lo ha escrito el novelista Santiago Gamboa que allí conoce bien la noche, los recovecos, los bares, los bistrós, los restaurantes y cafeterías parisinas. Juan Manuel Santos hace diplomacia personal, por eso visitó China, Japón, Europa y Norteamérica. Viajar para un presidente es un descanso, es cenar con filete de oso polar mojado con vino rioja y poder olvidarse de paros, revueltas, bloqueos, asonadas y saqueos. Buen viaje por París monsieur le presidente, y un saludo caleñisimo al embajador Federico Renjifo Vélez, que bienvenido, regresa a gerenciar Ecopetrol. Punto.

Lo veo y no lo creo: en Buenaventura siguen en paro general. ¿Piden ellos lo imposible? No, piden agua, un serio hospital, un decente acueducto. El paro allí lo sufren los pobres, la clase media, el comercio pequeño y cien mil mujeres con niños que no tienen dinero para el mercado. Ayer en el programa radial ‘Oye Cali’, el ecologista Miky Calero me censuró decir en su micrófono que “Buenaventura es víctima de las vanidades de unos jefes con peso político y cero sentido común”. Opinó lo contrario el ecologista soñador. Buenaventura es un diamante abandonado por el centralismo bogotano. Punto.

Lo veo y no lo creo: el fútbol en Cali puede morir porque 180 guaches verdes y 180 guaches rojos montaron un libertinaje violento donde roban y saquean. Eso indignaría a Alex Gorayeb y a Nelson Garcés. Hoy lo censuran ‘hinchas’ americanos como Julián Vernaza Alhach, Luis Fernando Lian, Mares Gonzales y en la línea verde, ‘el equipo amado’, Ángela Cervino, Clara María, Daniel Azcárate y María Clara Naranjo, que volverían al estadio si bloquean a los encapuchados. Preguntémos, ¿ganarán los guaches a los correctos hinchas ? ¡Lo veremos!

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