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Ese virus que nos humilla

Iván Duque en México ningunió el novelón de El Ñeñe y fue a lo serio, a visitar en Nueva York al súper-jefe de la ONU para aclararle el problemita.

10 de marzo de 2020 Por: Poncho Rentería

Iván Duque en México ningunió el novelón de El Ñeñe y fue a lo serio, a visitar en Nueva York al súper-jefe de la ONU para aclararle el problemita que tuvo hace diez días con unos señores de esa entidad en Colombia. Lo dicen altos funcionarios del gobierno, “la gente de la ONU en Colombia cree que pueden darle órdenes a la Cancillería, a la Policía Nacional y cometer la idiotez de proponer que el Esmad, cuerpo de protección contra manifestantes violentos, sea suprimido. Una señora de Palmira le diría a la ONU: no sean entrometidos, métanse en lo de ustedes pero no traten de cambiar lo que desconocen”.

Como los escándalos son parte del menú colombiano, hoy tenemos el rocambolesco caso de El Ñeñe, un señor de apellido Hernández, hijo de Patillal, vecino de Valledupar que tenía elevada estatura, cara maluca y con una enfermiza manía: arrimarse a que le tomaran fotos con candidatos presidenciales, ministros, exministros, gobernadores, obispos y Generales. Con esas fotos chicaneaba en los pueblos vallenatos a sus amigos, hasta les decía “Entiéndeme viejo, en la Fiscalía y el alto gobierno me rinden pleitesía”, idiota frase que muestra su pequeñez mental. Ese Ñeñe era un enfermito mitómano que hablaba de ser amigo del expresidente y nunca lo fue. Y tampoco era millonario, tiene muchas cuentas de billete por pagar en Santa Marta y Valledupar.

Lo de “comprar votos en la Guajira para Iván Duque” me sonó a novelón. Si van a comprar votos lo hacen en Bogotá o Medellín o Cali donde hay multitudes que por cien mil pesos apoyan al manzanillo que los paga. Iván Duque le ganó a Petro por casi tres millones de votos, por eso era una tontería comprar votos. Entiendan que cien mil pesos son una fortuna, un mercado, para 17 millones de colombianos olvidados por los gobiernos y que pasan trabajos amargos por falta de comida cada día. Al desempleado que vive en tugurio no le pidan que ame la democracia porque esa democracia lo ningunió.

Dos amigas mías, Carolina y Anamaría, me dicen en el gimnasio: “Bastante pendejona la ciencia porque pueden enviar hombres a la luna y construir buques que son edificios navegando pero no han podido derrotar ese bicho, ese huevo de murciélago que tiene acorralado y humillado a el imperio de Putin, al imperio de Trump, a la CIA, a la KGB y al Mossad israelí”. La ciencia pierde otra batalla y colorín colorado.

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