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El dictador y su nieta libertaria

Ni Uribe, ni Santos ni el novelón del DAS me impiden escribir...

1 de diciembre de 2010 Por: Poncho Rentería

Ni Uribe, ni Santos ni el novelón del DAS me impiden escribir sobre una mujer interesante y libertaria. Don Álvaro Lloreda Caicedo, fundador de este periódico, jefe político y embajador de Colombia en España, hoy podría desmayarse. No por la derrota humillante al Real Madrid, por leer en los diarios que la nieta del generalísimo Francisco Franco sigue con los escándalos que duelen al franquismo político y sociológico.La nieta del dictador, Carmen Martínez-Bordiú, con 59 años, es seductora, de risa rica, muy divertida y buena amiga del vino tinto. Ella lanzó al apetito público un libro de ‘Memorias’ titulado ‘Cumple años y ganas vida’. Es un libro atrevido donde derrocha libertad, opina de sexo y reclama su derecho a hacer lo que le provoca. Ella se casó con un Borbón, primo del rey Juan Carlos al que abandonó por un novio culto y francés con el que vivió, sin boda, ocho años. Muy libertaria Carmen (viajera frecuente a Cartagena), porque tras varios noviazgos alegrones se casó con un ganadero español con el que hoy parrandea y vive una sabrosa relación. Digamos que ella ha hecho todo lo que le daría furia a su abuelo, el general Francisco Franco que fue 40 años el dictador de España.Franco, el ideólogo de la derecha católica y del conservatismo de Colombia, nunca imaginó que su nieta amada resultara tan desafiante a la Iglesia de Roma. Ella, ‘La nieta libertaria’, para furia de los nostálgicos de Franco, es una profesional de la vida nocturna, de los cocteles, de la noche madrileña y las farras con millonarios, con actores, toreros o famosos del periodismo y la política. La admiro mucho y por eso le aplaudo que en su libro repita lo que ha dicho en mil almuerzos: “Vivo a mi aire, no dejo que me pongan ataduras porque nadie me quita lo bailado”.Ahora sí voy a lo ordinario, voy a las chuzadas, al espionaje telefónico que han hecho los diplomáticos americanos a gobernantes en el mundo entero. Dicen que lo hacían para saber en qué anda el enemigo. Por esas pilatunas algunos periodistas de Nueva York piden que la señora Clinton renuncie pero ella se les burla. Un novelista que me gusta mucho, Robert Ludlum, dice que en el mundo moderno si un país no hace espionaje muere inocente y se lo pasan por la faja. Mundo curioso porque torpemente espiaron desde el DAS y los embajadores gringos espiaban desde sus escritorios.

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