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La sociedad del cansancio y transparencia

¿Para qué sirven los filósofos? Entre otras cosas, para ayudarnos a entender...

10 de enero de 2015 Por: Philip Potdevin

¿Para qué sirven los filósofos? Entre otras cosas, para ayudarnos a entender la sociedad en que vivimos y encontrar maneras de sobrevivir y superar los peligros que presenta. El filósofo más importante del momento es un surcoreano que estudió en Alemania y escribe en alemán. Es Pyong-Chul Han y tiene 55 años.¿Qué hace que Han esté generando tanta admiración? Que en línea con lo que han hecho pensadores recientes como Foucault, Deleuze y Virilio, Han ha continuado desenmascarando la sociedad que se esconde detrás de las caretas del neoliberalismo, de la libertad y la democracia.Para Han, la enfermedad del Siglo XXI no es aquella que proviene de la inmunodeficiencia. Las verdaderas enfermedades de nuestra época son la depresión, el síndrome de déficit de atención por hiperactividad, el trastorno límite de personalidad o el síndrome de desgaste profesional o burnout del que tanto sufren ejecutivos y emprendedores.En nuestra sociedad ya no tenemos que ser vigilados en secreto desde un panóptico, como indicaba Foucault sobre el control del Siglo XIX. Hoy día se ha hecho de la trasparencia un espectáculo. Por ello los gimnasios son vitrinas de exhibición, los realities revelan lo más intimo de los protagonistas, los edificios de oficina son urnas de cristal donde se ve quién está y hasta qué hora trabaja. Vivimos en una sociedad de rendimiento, anota Han, donde realizar la multi-tarea es el imperativo, una sociedad en la que el sujeto no es explotado desde afuera sino desde adentro de sí mismo con una necesidad imperiosa de rendir cada vez más, hasta caer exhausto por la depresión o el burnout.La sociedad de la trasparencia ha derrotado todo pudor, vergüenza, intimidad, secreto o confidencialidad. En ella se rechaza la negatividad y se exalta la positividad. En Facebook sólo hay “me gusta”; eso no es accidental. La eliminación de la negatividad lleva a una exaltación del ego, de la persona, de la autoconciencia y de incentivar al individuo a ser su propia marca. La negatividad interrumpe el flujo de comunicación y la sociedad moderna se nutre de un flujo permanente de comunicación y retroalimentación. Es su alimento que se convierte en su propio veneno. La exaltación de la auto positividad rechaza el interés por el otro, la alteridad, la diferencia. Los veredictos negativos menoscaban la comunicación, dice Han. Lo que se valora entonces es la exposición, la exhibición. De allí el auge de las fotos de si mismo o ‘selfies’ que pululan desde que hay una cámara frontal en los teléfonos. Es decir hay una hipervisibilidad; no hay dónde ni cómo esconderse. Por lo tanto el sujeto del Siglo XXI es un sujeto narcisista que está abocado únicamente a tener éxito y por ello, como no todos pueden ser exitosos sobreviene la depresión, en el que el sujeto se hunde y se ahoga en si mismo.Gracias a pensadores como Han, podemos entender en qué sociedad vivimos y optar por reivindicar lo opuesto de lo que pregona esta sociedad apocalíptica.