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El deporte derrota a la pobreza

Melisa es una cartagenera de 1.93 de estatura. Fue una de las...

13 de junio de 2016 Por: Pedro Medellín

Melisa es una cartagenera de 1.93 de estatura. Fue una de las claves con que la selección Colombia de voleibol femenino derrotó a México (3-0) y Australia (3-0) en el Grand Prix Internacional de ese deporte. Y si le ganan a Kazajistan, clasifican a la ronda final. Esas eran victorias impensables hace apenas seis años.Melisa es una de esas personas que el deporte le arrancó de las manos a la pobreza. Nació y creció en una zona suburbana de Cartagena, en donde la ‘miseria es de verdá’. Allí, José Polchopeck, exjugador, ahora técnico, la encontró en un preocupante estado de desnutrición, en medio de la más absoluta marginalidad. Convencido de sus posibilidades, con la ayuda de Reina (su mujer), emprendió una tarea de nutrición que llegó a implicar hasta seis comidas diarias; consiguió un colegio en el que se educara y con el permiso de su familia, la llevó a vivir a un albergue en Cartagena, dispuesto para deportistas con potencial y surgidos de la pobreza.Siete años después ya comienza a ser una figura internacional. Y como ella, son muchos los colombianos a los que el deporte les ha ofrecido la oportunidad de salir de la pobreza. Y como Polchopeck, hay muchos entrenadores y directivos obstinados que siguen apostando por rescatar el talento de los nuestros. Uno de esos ejemplos es Carlos Grisales, que al frente de la Liga del Valle ha logrado hacer posibles muchas historias como las de Melisa. Niños rescatados de la exclusión del pacífico colombiano, convertidos en grandes voleibolistas. A pesar de que han tenido que trabajar con las uñas, hoy son los responsables de que muchos exitosos jugadores colombianos sean reconocidos y pagados como estrellas a nivel internacional, cuando hace unos pocos años no eran más que niños sin futuro cercados por la droga o la delincuencia. Pero no sólo es en el voleibol en donde se han tejido estas y otras historias. Las mismas que han permitido que, por ejemplo, en el atletismo, dos deportistas nacidas en Pradera, la una Flor Denis, esté aspirando a lanzar su jabalina a más de 65 metros que le dará una medalla olímpica en Río de Janeiro; y la otra Sandra Milena, vea cerca su sueño de estar entre las seis mejores lanzadoras de bala en el mundo. Y no es que el estadio Municipal ‘Salustio Reyes’ de Pradera sea el mejor equipado para este tipo de competencias. Y como ellas, otros 122 atletas con historias similares son los que tienen hoy aspirando a que Colombia pueda lograr entre 5 y 8 medallas de oro olímpico en Río de Janeiro. Una cifra por la que muchos países del mundo han invertido miles de millones de dólares. Pero que aquí, es el resultado de esfuerzos aislados y solitarios de dirigentes y entrenadores convencidos y obstinados. Los que han logrado que un gimnasta de Cúcuta, en medio de las más absolutas limitaciones técnicas y de infraestructura, logre ser dos veces campeón mundial. Y que gracias a su talento y dedicación, hoy sea uno de los que cuando compite, no sólo es seguido con detalle por los mejores expertos por la precisión técnica y las innovaciones que ha logrado desarrollar. También porque nos tiene soñando con una medalla de oro olímpica. Tras él, las reinas del salto triple y el bicicross. Y ciclistas, judokas, luchadores, taekwondistas, pesistas, tiradores con arco… todos con la mira puesta en el podio.Y si todo eso se ha logrado sin una política de desarrollo deportivo, ¿Cómo será si el gobierno decide trazar un curso de acción que permita mejorar la nutrición y formación de los atletas; la capacitación de los dirigentes y entrenadores; la infraestructura física; la preparación en el exterior, o la competencia permanente? Ya se demostró que el deporte es una de las armas más poderosas para derrotar a la pobreza y la violencia. Por fortuna, la nueva directora de Coldeportes, tiene la palabra.