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Una lección para las Farc

Ojalá el resultado electoral del domingo les sirva de lección, o...

16 de marzo de 2014 Por: Patricia Lara

Ojalá el resultado electoral del domingo les sirva de lección, o más bien de reflexión, a los dirigentes de las Farc: la composición del nuevo Senado con casi un veinte por ciento de uribistas, demuestra que no es cierto, como creen sus líderes, según cuentan fuentes bien informadas de La Habana, que Uribe y su fuerza sean un invento del establecimiento, o una especie de ‘coco’ para asustarlos y llevarlos a negociar en condiciones blandas. No señores: los colombianos acaban de elegir un Congreso con una poderosa presencia de la derecha, en el cual si bien la aprobación de los acuerdos de paz estaría asegurada, para lograrla el gobierno tendría que hacer coaliciones con otros sectores políticos ya que, por sí solo, no tendría garantizada la mayoría.De modo que las Farc deben reflexionar, acelerar la conclusión de los acuerdos, hacer gestos contundentes de paz, demostrarles a los colombianos que no están tan convencidos de los beneficios de ella, que conseguir la paz sería muy bueno para el país y que los costos que pagaríamos para lograrla serían mínimos al lado de las ventajas que ella nos traería.Pero si continúan en su error, convencidas de que el país sueña con firmar la paz con las Farc, que ellas son el centro del mundo y la principal preocupación de los colombianos, y siguen en el plan de darles vueltas y vueltas a los acuerdos, de dilatar el proceso y de hacer declaraciones disonantes, se corre el riesgo de que el proceso se desgaste y de que Uribe, desde el Congreso, logre tal eco a su discurso anti-Farc y anti-negociación, que al gobierno se le complique el apoyo de la opinión y decida pararse de la mesa y suspender el proceso.El riesgo de que ello ocurra es alto, sobre todo si se tiene en cuenta que lo que falta en la negociación es lo más difícil: evacuado el tema del narcotráfico, que no ha ofrecido mayores obstáculos, y que a lo mejor se concluya antes de las elecciones presidenciales, quedan los asuntos más álgidos: víctimas y justicia, y desmovilización y entrega de armas.Especialmente difícil es el tema de víctimas: las Farc, y por supuesto también los elenos, los paramilitares y el mismo ejército, tienen que ser capaces de entender que si bien ellos han sufrido por la muerte, las torturas y la desaparición de muchos de sus allegados por parte de aquellos a quienes han considerado sus enemigos, también ellos han sido victimarios y han dejado un reguero de víctimas, con dolores y resentimientos profundos cada una de ellas, las cuales, unidas, conforman una legión. Y a esa legión de víctimas, y a cada una de ellas, mirándolas a los ojos, tienen que poder pedirles perdón. Y, lo más importante, sentir el deseo y la necesidad de hacerlo.Si logran llegar a ese punto, lo demás se resolverá con relativa facilidad: siempre he creído que más que el hecho de que los de las Farc paguen décadas de cárcel, al país le importa ver que están arrepentidos de los horrores y del daño que causaron y que, por ello, esos actos horrendos no volverán a repetirlos.La mayoría de los colombianos quiere verlos pidiéndoles perdón a sus víctimas, siendo generosos, no diciendo “primero que se arrepientan Juan y Pedro y luego nos arrepentiremos nosotros”.No: hagámoslo primero nosotros. ¡Y si lo hacen antes ustedes, señores de las Farc, verán cómo la inmensa mayoría de los colombianos les abren los brazos de la paz!