Seguridad en crisis
Eran las ocho de la noche. Ya los habitantes de las cuatro...
Eran las ocho de la noche. Ya los habitantes de las cuatro casas de un conjunto situado sobre la Avenida Suba de Bogotá, a menos de diez cuadras de la estación de policía, se encontraban en sus residencias. Sólo faltaba que ingresara un visitante.De pronto, entre diez y doce hombres armados, con tenis nuevos, pantalones negros y pasamontañas del mismo color, timbraron en la portería, se abalanzaron sobre el portero y lo amarraron. Uno de los asaltantes permaneció a su lado para vigilarlo. Los demás continuaron su tarea: entraron en la primera casa donde vive un general de la Fuerza Aérea, redujeron a los habitantes, se robaron todo lo que pudieron, dejaron ahí a uno de los atracadores para que cuidara que ninguno de los atracados se zafara sus amarres, siguieron a la siguiente casa, hicieron lo mismo, y allí hirieron a un residente al golpearlo en la cabeza con el cacho de un revolver. Mientras estaban en esas, uno de los asaltantes oyó que timbraban en la puerta, la abrió y vio al visitante a quien el atracador que hacía las veces de portero había dejado entrar. Entonces lo recibió a golpes y lo amarró también, al tiempo que sus compañeros terminaron de escoger lo que se robarían. Luego pasaron a la siguiente residencia, repitieron la operación y, cuando estaban en esas, el dueño de la cuarta casa, que se encontraba en ella con su mujer y sus dos niños pequeños, oyó un ruido extraño y le avisó a su mamá por teléfono. Ella llamó a la Policía y le contó al segundo de sus hijos, que vive no lejos del lugar y fue a auxiliar a su hermano. Eran las ocho y media de la noche. Los atracadores continuaron su tarea, ingresaron a la cuarta casa, redujeron al señor, a la señora y a los niños, los amarraron, se llevaron lo que quisieron, empacaron todo en su vehículo y se fueron.A las nueve llegó el hermano, desamarró a sus familiares y auxilió a los vecinos.El General de la FAC comentó que era imposible llevar a cabo un atraco tan organizado, con una banda tan sofisticada, sin la complicidad de la Policía.A las nueve y cuarto, cuando todo había pasado, aparecieron los policías, muy amables y muy minuciosos a la hora de recibir la información sobre los atracadores. Pero no hicieron el más mínimo esfuerzo por salir a buscarlos.Y lo que es increíble es que durante los dos meses anteriores a ese atraco, a uno de los dueños de una de las casas lo han robado cuatro veces: los ladrones han ingresado a distintas horas del día y de la noche a su oficina, localizada en tres casas contiguas del barrio La Macarena de Bogotá, y han cargado con teléfonos, computadores, etc.Y no es que las estadísticas negativas estén concentradas en esa familia. Es que la seguridad en la capital ha entrado en crisis, y eso ha sucedido, paradójicamente, mientras ha disminuido la pobreza y se han ampliado las coberturas de educación y salud.Pero como a los gobiernos de izquierda parece habérsele metido en la cabeza que invertir en Policía y en vías e infraestructura es de derecha Afortunadamente en Cali, según me cuentan, el jefe de la Policía, el General Murillo, un experto en inteligencia, ha desmantelado bandas criminales y ha logrado que la gente sienta que su seguridad mejora.Conciliar las tres concepciones de ciudad, -la incluyente y equitativa, la segura y la de moderna infraestructura-, tiene que ser la meta de los alcaldes. Por los candidatos que sean capaces de alcanzarla es por quienes hay que votar.