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Seguridad en crisis

Eran las ocho de la noche. Ya los habitantes de las cuatro...

2 de agosto de 2015 Por: Patricia Lara

Eran las ocho de la noche. Ya los habitantes de las cuatro casas de un conjunto situado sobre la Avenida Suba de Bogotá, a menos de diez cuadras de la estación de policía, se encontraban en sus residencias. Sólo faltaba que ingresara un visitante.De pronto, entre diez y doce hombres armados, con tenis nuevos, pantalones negros y pasamontañas del mismo color, timbraron en la portería, se abalanzaron sobre el portero y lo amarraron. Uno de los asaltantes permaneció a su lado para vigilarlo. Los demás continuaron su tarea: entraron en la primera casa donde vive un general de la Fuerza Aérea, redujeron a los habitantes, se robaron todo lo que pudieron, dejaron ahí a uno de los atracadores para que cuidara que ninguno de los atracados se zafara sus amarres, siguieron a la siguiente casa, hicieron lo mismo, y allí hirieron a un residente al golpearlo en la cabeza con el cacho de un revolver. Mientras estaban en esas, uno de los asaltantes oyó que timbraban en la puerta, la abrió y vio al visitante a quien el atracador que hacía las veces de portero había dejado entrar. Entonces lo recibió a golpes y lo amarró también, al tiempo que sus compañeros terminaron de escoger lo que se robarían. Luego pasaron a la siguiente residencia, repitieron la operación y, cuando estaban en esas, el dueño de la cuarta casa, que se encontraba en ella con su mujer y sus dos niños pequeños, oyó un ruido extraño y le avisó a su mamá por teléfono. Ella llamó a la Policía y le contó al segundo de sus hijos, que vive no lejos del lugar y fue a auxiliar a su hermano. Eran las ocho y media de la noche. Los atracadores continuaron su tarea, ingresaron a la cuarta casa, redujeron al señor, a la señora y a los niños, los amarraron, se llevaron lo que quisieron, empacaron todo en su vehículo y se fueron.A las nueve llegó el hermano, desamarró a sus familiares y auxilió a los vecinos.El General de la FAC comentó que era imposible llevar a cabo un atraco tan organizado, con una banda tan sofisticada, sin la complicidad de la Policía.A las nueve y cuarto, cuando todo había pasado, aparecieron los policías, muy amables y muy minuciosos a la hora de recibir la información sobre los atracadores. Pero no hicieron el más mínimo esfuerzo por salir a buscarlos.Y lo que es increíble es que durante los dos meses anteriores a ese atraco, a uno de los dueños de una de las casas lo han robado cuatro veces: los ladrones han ingresado a distintas horas del día y de la noche a su oficina, localizada en tres casas contiguas del barrio La Macarena de Bogotá, y han cargado con teléfonos, computadores, etc.Y no es que las estadísticas negativas estén concentradas en esa familia. Es que la seguridad en la capital ha entrado en crisis, y eso ha sucedido, paradójicamente, mientras ha disminuido la pobreza y se han ampliado las coberturas de educación y salud.Pero como a los gobiernos de izquierda parece habérsele metido en la cabeza que invertir en Policía y en vías e infraestructura es de derecha… Afortunadamente en Cali, según me cuentan, el jefe de la Policía, el General Murillo, un experto en inteligencia, ha desmantelado bandas criminales y ha logrado que la gente sienta que su seguridad mejora.Conciliar las tres concepciones de ciudad, -la incluyente y equitativa, la segura y la de moderna infraestructura-, tiene que ser la meta de los alcaldes. Por los candidatos que sean capaces de alcanzarla es por quienes hay que votar.