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Por quién no votar

Hoy compiten cinco candidatos que representan todos los matices, desde la izquierda...

25 de mayo de 2014 Por: Patricia Lara

Hoy compiten cinco candidatos que representan todos los matices, desde la izquierda hasta la extrema derecha. Como presidentes, cuatro de ellos conducirían al país por senderos de progreso y tranquilidad, dándoles, por su puesto, énfasis distintos a sus gobiernos. Pero el quinto nos arrojaría a un abismo de violencia y de confrontación entre vecinos.Mirémoslos:Sin duda, las mujeres, Clara López, de izquierda, y Martha Lucía Ramírez, conservadora de derecha, les han ganado la partida a sus rivales masculinos, por la altura de su lenguaje en esta virulenta campaña. De la mano de cualquiera de ellas, el país tendría un futuro exento de choques peligrosos. Si nos gobernara Clara, en Colombia se favorecerían los intereses de los más pobres. Y si lo hiciera Martha Lucía Ramírez, se buscaría un mayor desarrollo económico y se preservarían valores más conservadores. Sin embargo, ambas opciones, con diferencias de matices, conducirían a un progreso tranquilo y a un avance del proceso de paz. Infortunadamente, no es probable que estas elecciones la gane una mujer. Entonces examinemos lo que nos pasaría bajo el gobierno de los hombres:Si ganara Peñalosa, un ejecutivo de centro, honesto, que desprecia a la clase política y no está contaminado por sus vicios, Colombia sería más amable, mejoraría su infraestructura, construiría parques, andenes, ciclovías, colegios, buscaría un cambio de valores para que se privilegiara a los que más saben sobre los que más tienen y llevaría a feliz término el proceso de paz.Si ganara Santos, con la presencia de Uribe en el Parlamento, habría una enorme confrontación y, en medio de ese agitado ambiente, terminaría el proceso de paz, y se incorporarían a la vida civil los proscritos de ayer quienes, muy poco a poco, y a regañadientes, comenzarían a ser aceptados por la sociedad. Entonces, en cinco o diez años, en esa Colombia sí cabríamos todos, el futuro brillaría, el país sería mucho más rico y la gente viviría más feliz.En cambio, si triunfara Óscar Iván Zuluaga, representante de la extrema derecha, el país se sumergiría en una guerra sin fin pues, al abortar el proceso de La Habana, que ha despertado tantas esperanzas en zonas azotadas por la violencia, y en las víctimas que esperan la reparación y la restitución de sus tierras, las Farc no sólo volverían a la lucha armada con todas sus fuerzas y recursos provenientes de secuestros y de dinero de un negocio de drogas que ya no tendrían intención de terminar, sino que a ellas se les sumarían los del ELN, y las apoyarían muchos de los miembros de los movimientos sociales, de los desplazados y víctimas de los paramilitares, de los que se sintieran amenazados y de los que consideraran cerrada la vía de la participación democrática y pacífica.En síntesis, con Zuluaga se potenciaría la confrontación, que contaría con el apoyo decidido de Venezuela, cuya frontera se abriría para que los guerreros la usaran de retaguardia y, muy probablemente, el país entraría en guerra con Venezuela y Nicaragua, se aislaría del resto de América Latina, y tampoco contaría con el apoyo de Estados Unidos, que no estaría gobernado por Bush, como en épocas de Uribe, sino por Obama, quien apoya el proceso de paz.En resumen, en caso de que ganara Zuluaga, nuestra querida Colombia se volvería un invivible infierno de violencia y desamor.De modo que los invito, queridos lectores, a que en esta primera vuelta voten por cualquiera, por Clara, por Peñalosa, por Santos, por Martha Lucía, ¡pero jamás por Óscar Iván!