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Para romper el diálogo de sordos

Luego del paro nacional del 21 de noviembre, la mayor movilización contra un gobierno que haya tenido lugar en los últimos 42 años, el presidente Iván Duque planteó que se desarrolle una conversación nacional.

1 de diciembre de 2019 Por: Patricia Lara

Luego del paro nacional del 21 de noviembre, la mayor movilización contra un gobierno que haya tenido lugar en los últimos 42 años, el presidente Iván Duque planteó que se desarrolle una conversación nacional con quienes él quiere y sobre los temas que a él le interesan: lo que él llama la paz con legalidad, que parte seguramente del supuesto de que el Acuerdo de Paz es ilegal, cuando lo que es constitucional; la lucha contra la corrupción, cuando ya más de 11 millones de colombianos votaron una consulta anticorrupción que no quedó en nada; la educación, cuando hay acuerdos surgidos del último paro estudiantil que los estudiantes dicen que no les han cumplido, etc.

Pero resulta que ni los interlocutores que el Gobierno escogió son los promotores del paro, ni los temas de la agenda presidencial son los que generaron esa protesta que ya lleva más de una semana y va para largo, con los perjuicios que de ella se derivan para muchas personas y empresas. Por eso se ha suscitado un diálogo de sordos. Y si el Gobierno no modifica su posición y no atiende los consejos del procurador Fernando Carrillo y de la Bancada por la Paz, mayoritaria en el Congreso, que le recomiendan que reconozca como principal interlocutor al Comité del Paro, que reúne a las centrales obreras y a los movimientos estudiantiles, afro e indígenas, entre otros, la situación se puede complicar y derivar, pasada la Navidad, en una frustración que genere movilizaciones de consecuencias imprevisibles.

Por eso es tan importante que Duque atienda la propuesta que le hicieron el Comité Nacional de Paro, la Bancada por la Paz y el movimiento Defendamos La Paz, para que cree con ellos, y con otros sectores que garanticen la participación efectiva de los jóvenes y de los movimientos indígena, afro y de mujeres, “una Mesa Nacional de Diálogo” que desarrolle un diálogo “incluyente, democrático y eficaz”.

Y le plantearon que dialogue sobre los siguientes puntos: 1) El pliego de peticiones del Comité Nacional del Paro, y el cumplimiento de los acuerdos suscritos con los movimientos estudiantil, campesino y sindical, los pueblos indígenas y afrocolombianos y otros sectores sociales; 2) la implementación integral del Acuerdo de Paz y la posibilidad de que se retomen los diálogos con el Eln; 3) la política de seguridad, derechos humanos y los asesinatos sistemáticos de líderes sociales y de excombatientes de las Farc; 4) la reforma política y electoral, las medidas para luchar contra la corrupción y la agenda legislativa para cumplir con el mandato de la consulta anticorrupción; 5) las medidas para garantizar la protección del medio ambiente; 6) La garantía del derecho a la protesta, y el cese de las acciones violentas contra las movilizaciones pacíficas por parte de la Fuerza Pública y, en especial, del Esmad.

Obviamente que no se trata de que el Gobierno acepte todos esos puntos desde el principio. De lo que se trata es de que abra la negociación sobre ellos con los interlocutores adecuados. Así, se levantaría el paro y se llevaría a cabo ese gran diálogo nacional que tanta falta le hace a este país desde cuando se realizaron las negociaciones de paz en épocas de Belisario Betancur. A partir de ahí, se desarrollaron múltiples diálogos con las guerrillas. Pero falta el gran diálogo nacional. Y esta sería la gran oportunidad de realizarlo en serio. ¡Piénselo, Presidente!

Sigue en Twitter @patricialarasa