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Marta Lucía y la ética

La ética está directamente relacionada con la toma de decisiones, explicaba en una de esas interesantes charlas virtuales que están teniendo lugar en estos días de coronavirus, el filósofo y experto en educación y ética del cuidado, Bernardo Toro.

21 de junio de 2020 Por: Patricia Lara

La ética está directamente relacionada con la toma de decisiones, explicaba en una de esas interesantes charlas virtuales que están teniendo lugar en estos días de coronavirus, el filósofo y experto en educación y ética del cuidado, Bernardo Toro.

Ponía como ejemplos esas pequeñas decisiones que en estos tiempos de pandemia se toman a diario: ¿Voy a esa parranda y corro el riesgo de que me contagie de coronavirus y yo se lo transmita a mi familia, o me quedo en casa? ¿Le doy a mi abuelo el gusto de celebrar el día del padre con él, o me limito a enviarle un abrazo telefónico y a reforzarle la idea que le ronda en este tiempo, a raíz de la cárcel que, por la pandemia, les ha decretado el gobierno a los adultos mayores irrespetuosamente llamados “abuelitos” por el Presidente, la cual lo ha llevado a sentirse inservible e incapaz de tomar decisiones responsables por su propia cuenta?

Pues según Bernardo Toro todas esas son decisiones éticas. Como fueron decisiones éticas las que tomó la vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez, en el caso de la captura en Estados Unidos de su hermano Bernardo, nada menos que por traficar con heroína, luego de que hacía un tiempo ya había sido pillado por la Policía gringa robando en algún almacén de cadena.

A Ramírez lo capturaron en julio de 1997 y lo condenaron a 57 meses de cárcel, es decir, que salió libre en abril del 2002. Mientras él estuvo preso, su hermana fue Ministra de Comercio Exterior en el gobierno de Andrés Pastrana, quien luego de que ella le contó la situación en la que se encontraba su hermano, no consideró que estuviera impedida para ejercer el cargo. Suministrarle esa información a Pastrana fue una decisión ajustada a la ética, como lo fue también contarle el rollo al presidente Álvaro Uribe, quien la nombró Ministra de Defensa.

Ahora, ¿debía saber el país que la ministra de Defensa tenía un hermano preso en Estados Unidos por traficar heroína? Digamos que no era absolutamente necesario, pero por razones de esa transparencia en la que tanto ha insistido Marta Lucía, hubiera sido más adecuado que se lo hubiese sabido.

En el 2006, cuando hacía poco su hermano había salido de la cárcel, Marta Lucía Ramírez fue elegida Senadora, sin que ella hubiera tomado la decisión, relacionada con la ética, de contarles a sus electores que su hermano acababa de pagar una pena por tráfico de heroína.

Finalmente, en el 2018, ella fue fórmula vicepresidencial de Iván Duque.
En ese caso, cuando el escándalo que se hubiera producido si en la campaña se hubiera filtrado la noticia de que el hermano de la candidata a Vicepresidenta había estado condenado en Estados Unidos por tráfico de heroína, hubiera podido provocar que Duque perdiera la presidencia, ella no consideró que tuviera que informarle el episodio de su hermano al futuro presidente.

¿Qué diría Bernardo Toro de esa decisión de Martha Lucía?

No sé. Pero, a mi juicio, estuvo absolutamente alejada de la ética. Como también lo estuvo no contarles toda su verdad a sus electores quienes, por lo menos, tenían el derecho de exigirle que, para juzgar a los campesinos cocaleros quienes apenas viven con lo que les producen unas pocas matas de coca, utilice el mismo rasero que usa para juzgar a su hermano quien, según ella, sólo “cometió esa estupidez”.

Sigue en Twitter @patricialarasa