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Vacaciones de Facebook

Lucía fresco, relajado, sin ojeras y con una sonrisa que hace tiempo...

22 de diciembre de 2014 Por: Paola Guevara

Lucía fresco, relajado, sin ojeras y con una sonrisa que hace tiempo no le veía. Le pregunté si acaba de regresar de vacaciones y dijo que sí. Le pregunté si había estado en el Caribe y me confesó, aquí entre nos, que estaba de vacaciones de Facebook. Me contó, en total reserva: “De noche, mi esposa y yo nos metíamos a la cama a dar ‘likes’ y a comentar los estados del día, pero al pactar un receso de Facebook volvimos a hablar, nos volvimos a enamorar y de repente mejoró nuestra vida sexual. Al desayuno, en lugar de revisar los post de mis 621 amigos, noté que mi hija de 7 años no estaba comiendo y descubrí que sus compañeras del colegio llevaban meses burlándose de ella y llamándola ‘gorda’, entonces tomé cartas en el asunto y por fortuna le evitamos caer en un trastorno alimenticio. En el trabajo, dejé de perder tanto tiempo revisando el Face y detecté un error que le pudo haber costado millones a la compañía, así que la junta directiva me premió con un bono de fin de año que, sumado a mis ahorros, gasté en unas vacaciones donde cumplí mi sueño de conocer la tumba de Tutankamon, y como los demás turistas no vieron nada por estar tomándose fotos para el ‘Face’, tuve al guía para mí sólo y pude preguntarle todo lo que siempre quise sobre el niño faraón. Al regresar del viaje empecé a darme cuenta que vivía muerto de envidia con las fotos de viajes ajenos; que vivía paranoico, cuando alguien ponía un insulto genérico del tipo ‘caras vemos, corazones no sabemos’; que vivía trasnochado, con dolor de cuello y cintura por andar cabizbajo; que ya ni disfrutaba un almuerzo por andar tomándole fotos al plato, y que pasaba tiempo valioso de mi vida criticando las selfies pseudoseductoras de los demás. Mi psicólogo dijo que no necesitaba verle más, y en las horas de la terapia ahora juego tenis”.Me sentí inspirada, llegué a pensar que este era un mensaje de la vida para mí, así que decidí seguir su ejemplo. Pero en lugar de sentirme mejor empezó el sudor, la ansiedad, el temblor del párpado derecho, así que fui donde el psicólogo de mi amigo y me diagnosticó Síndrome de Abstinencia de Facebook. Cuando me cure, empezaré a jugar tenis como él. Mientras tanto, compartiré esta columna en mi muro.

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