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Por un país lector

Es muy grande el poder de un colegio, de una universidad, de una biblioteca, cuando se reconoce a sí misma como formadora de lectores pensantes de cara a la ciudad, el país, el mundo.

20 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

En Cali termina la Feria Internacional del Libro, con gran éxito en convocatoria, autores y presencia activa de los lectores. Ya veníamos de Oiga Mire Lea y ferias del libro en Medellín y Pereira. Ayer terminó Un Río de Libros en Montería, y sigue Popayán. Sin contar con la Filbo en Bogotá y el Hay Festival de Cartagena, entre muchas otras, Barranquilla, Armenia...

Gran síntoma la descentralización de experiencias en torno a los libros, pues pareciera que Colombia asiste a una celebración cada vez mayor de la lectura, la escritura, la palabra y el pensamiento crítico.

Pero no solo las grandes ciudades han asumido con emoción el reto de crear escenarios y excusas para el encuentro con los libros, sino también las universidades (hay que ver lo que en Cali hace de forma constante la Universidad Autónoma, por ejemplo), las bibliotecas, los centros culturales, y los colegios privados y públicos.

En días pasados tuve la oportunidad de asistir al Festival Internacional de Literatura ‘Las Líneas de su Mano’, en Bogotá. Creado hace 12 años por el Gimnasio Moderno, colegio emblemático de la ciudad.

Cuando uno habla del “festival literario de un colegio” corre el riesgo de quedarse corto. Porque no se trata de una izada a la bandera ni de una semana cultural convencional con rifas y kermés.

En el Gimnasio Moderno y su Biblioteca, convertida no en un archivo de libros muertos sino en un centro vivo de la cultura y los saberes, los invitados internacionales al Festival eran, por solo mencionar algunos, futuros premios Nobel.

Robert Pinsky, tres veces poeta laureado de los Estados Unidos y un ícono tan grande de la cultura que incluso aparece en un episodio de Los Simpson. Ana Blandiana, la consagrada poeta rumana y símbolo de la resistencia contra el totalitarismo.

O Rita Dove, la laureada poeta y ensayista afroamericana consultora de la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, primera mujer negra en alcanzar este honor, además de ser la ganadora de la Medalla Nacional de las Artes en su país.

Repito. Todo esto hecho por un colegio. Por un rector de mente abierta, visión y sensibilidad artística que confía en un gestor cultural de la talla de Federico Díaz-Granados, poeta colombiano, maestro por vocación y director del festival, quien ha convertido la biblioteca y su agenda cultural en el gran símbolo de la institución.

La palabra que viene a mi mente es ‘ambición’. Una ambición buena, sabia, grande. Es muy grande el poder de un colegio, de una universidad, de una biblioteca, cuando se reconoce a sí misma como formadora de lectores pensantes de cara a la ciudad, el país, el mundo.

Eso es construir discursos alternativos. Eso es trabajar desde lo posible, con la cultura como vía de resistencia pacífica, en un país que deificaba las armas. Y que cada vez más honra al libro.

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