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Madame Curie

La notable científica que recibió el Premio Nobel de Física en 1903 y el Premio Nobel de Química en 1911, es retratada magistralmente en una biografía titulada ‘Marie Curie'.

14 de junio de 2020 Por: Paola Guevara

La notable científica que recibió el Premio Nobel de Física en 1903 y el Premio Nobel de Química en 1911, es retratada magistralmente en una biografía titulada ‘Marie Curie’, escrita por la catedrática española Adela Muñoz Páez.

A Adela tuve la oportunidad de presentarla en la Feria del Libro de Bogotá, hace un par de años, cuando vino como invitada para hablar de su libro ‘Sabias, la cara oculta de la ciencia’, que revela la historia poco contada de las mujeres de ciencia y su significativo aporte, tantas veces minimizado.

Ahora, justo en tiempos de cuarentena, nos llega ‘Marie Curie’, que muestra cómo la mujer que descubrió el Radio y el Polonio tuvo una vida marcada por las pandemias del Siglo XIX: su madre, Bronislawa, murió de tubercusosis. Su hermana mayor falleció también, a causa del tifo.

Y Marie, la futura científica que cambiaría la historia del saber con sus estudios sobre radiactividad, sorteó otras ‘pandemias’ no menos terribles, como la guerra y las invasiones extranjeras en su natal Polonia, un país sin barreras geográficas que pudieran contener la ambición de sus vecinos rusos, alemanes y austrohúngaros.

Marie fue educada por un padre severo pero justo, Wladyslaw, un maestro que creía en el poder de la educación por encima de todas las cosas, y que convirtió a sus hijas en alumnas aventajadas y políglotas. Las niñas de esta casa hablaban ruso, francés, inglés y, por supuesto, polaco.

Wladyslaw creía (como la élite cultivada pero empobrecida de su país), que era imposible oponerse a los invasores con la fuerza de las armas. La resistencia de Polonia fue intelectual: niños y niñas, sin sesgo de género, aprendían la cátedra oficial en ruso, y luego -al marcharse los fiscalizadores- sacaban sus cuadernos prohibidos y estudiaban historia y cultura polaca en secreto.

El conocimiento como arma, el saber como as bajo la manga para cuando cambiaran los tiempos. Y ya sabemos que los tiempos siempre, siempre cambian.

Que en medio de tantas situaciones adversas, familiares y sociales, haya salido la primera doble Nobel de la historia, no es mera casualidad.

La educación no puede interrumpirse en nombre del miedo, y eso bien vale la pena recordarlo ante la tentación de desescolarizar indefinidamente a una generación de niños, adolescentes y universitarios que tienen derecho al saber, al conocimiento, al carpe diem. A ser quienes encuentren, en su momento, la respuesta científica a los próximos desafíos de su tiempo.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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