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Los jefes de Iván Duque

Si gana la Presidencia Iván Duque, ojalá tenga claro que va a tener muchos jefes, muchos jefes a los que debe cumplir, muchos jefes a los que no puede traicionar, muchos jefes que vigilarán de cerca sus acciones y decisiones.

3 de junio de 2018 Por: Paola Guevara

Si gana la Presidencia Iván Duque, ojalá tenga claro que va a tener muchos jefes, muchos jefes a los que debe cumplir, muchos jefes a los que no puede traicionar, muchos jefes que vigilarán de cerca sus acciones y decisiones.

Y no me refiero a Álvaro Uribe, ni a Andrés Pastrana, ni a César y Simón Gaviria, ni a María Fernanda Cabal, ni a Alejandro Ordóñez, ni a las bancadas liberales y conservadoras, ni a los líderes uribistas regionales, ni a los cristianos politizados en cabeza de los pastores morales y Vivian Morales.

Si gana la presidencia, los nuevos jefes de Iván Duque seremos 50 millones de colombianos. No solo sus votantes, que están en su derecho de pensar que él los representa; sino también los votantes de Petro, y los votantes en blanco que no pudieron optar por ninguno de los dos candidatos en contienda, y también los abstencionistas desencantados, cuyo número de seguro crecerá en la ronda final por la Presidencia. Los votantes del ‘No’, y también el 49,78% de votantes que dijo ‘Sí’ en el Plebiscito.

Si gana la Presidencia, sus jefes estarán en el empresariado, tan necesario como motor de un país viable, pero también en los sectores que portan estigmas tras una dura historia de marginación, y en los trabajadores solidarios con sus empleadores que, no obstante, no quieren ver sus derechos laborales disminuidos ni la precarización de sus condiciones de vida.

Sus jefes serán los donantes de su campaña, pero también la gran clase media que ya no resiste más ser la vaca de ordeño del sistema. Y todos los pobres que, por necesidad, entregarían a sus hijos e hijas como carne de cañón para más guerra. Los padres y las madres de los más de 10.000 inocentes convertidos en falsos positivos por el Estado, que pagaron en carne propia la degradación aberrante del conflicto.

Los que creen en Dios, y los que exigen un Estado laico respetuoso de la libertad, incluida la libertad de no creer. Los heterosexuales, pero también los miembros de la comunidad Lgtbi que protege el artículo 13 de la Constitución del 91. Los olvidados de la justicia, que han encontrado en la Tutela una herramienta democrática preciada, así congestione. Y los más de 1.392.623 indígenas. Y los más de 4.273.722 afros. Y los más de 30.565 raizales del olvidado San Andrés y Providencia. Y la prensa libre. Y la oposición. Y los defensores de derechos humanos. Y los que por falta de espacio no caben en una columna. Y todos.

Si gana no recibirá laureles y honores, sino la carga de un país herido, enfermo de profunda desconfianza y, no menos grave, hastiado de su clase política tradicional. 50 millones. Ni uno, ni cien.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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